Fue Nadal un futbolista casi de otra época. Un portento físico que fue exprimido al máximo por los entrenadores que ha tenido a lo largo de su extensa carrera. Nacido en Manacor en julio de 1966 -cumplirá por lo tanto 50 años este verano-, recaló en el Mallorca procedente del Manacor en la temporada 86-87 de la mano de Llorenç Serra Ferrer. Nadal era la figura del equipo de su ciudad, con el que consiguió el ascenso a Segunda B junto a Bauzà, Pastor, Salas y Xisco Riera, entre otros.

Con apenas veinte años -Miquel Contestí, por entonces presidente, le definió en la presentación como “una joven promesa”-, tuvo poco protagonismo en su primera temporada en el Mallorca y únicamente participó en ocho partidos. La competencia era máxima -estaban Zaki, Chano, Paco Bonet, Orejuela, Higuera y Magdaleno, entre otros-, como lo demuestra que el equipo quedó sexto, en la llamada Liga del play off, hasta entonces la mejor clasificación en la historia del Mallorca en la máxima categoría. Nadal empezó en el filial, donde lo pasó muy mal ya que el entrenador, Crispi, le tenía prácticamente marginado. Hasta que Contestí prescindió de sus servicios y, con Forneris en el banquillo, se convirtió en titular indiscutible.

El debut en el primer equipo. Cosas del destino, su debut como jugador del primer equipo se produjo el 19 de abril de 1987, en el tramo final de la temporada, en el Camp Nou. Sus buenas actuaciones en el filial no pasaron desapercibidas para Serra Ferrer, que le hizo debutar ante el todopoderoso Barcelona, un partido que se perdió 1-0. Su segundo partido con el Mallorca fue en el otro gran escenario del fútbol español, el Santiago Bernabéu, donde el equipo cayó de forma más clara, 3-0. Debutó en el Lluís Sitjar contra el Espanyol (1-0).

Su primera gran decepción. La vivió a la temporada siguiente, la 87-88. Ni el más pesimista de los aficionados pensaba que, después de protagonizar el equipo la temporada más brillante de su historia, se acabaría con los huesos en Segunda. Fue en la promoción contra el Oviedo. En el Carlos Tartiere se perdió por 2-1 por lo que una mínima victoria en el Sitjar sería suficiente para mantener la categoría. Pero el equipo fue incapaz de marcar un gol y bajó a Segunda en una jornada para olvidar.

De nuevo en Primera. El Mallorca recuperó la categoría a la temporada siguiente. Nadal era definitivamente un jugador importante como lo demuestra que jugó treinta partidos. Ninguno tan importante como la vuelta de la promoción de ascenso ante el Espanyol. En Sarrià el equipo perdió 1-0 y en Palma la victoria fue para el Mallorca con goles de Nadal y Vidal, hoy director de ojeadores del club. El jugador ya era indiscutible. Fue clave en la buena campaña realizada en la 89-90. Y en la 90-91, la última como mallorquinista antes de su traspaso al Barcelona, se despidió con un sabor amargo, la final de Copa del Rey perdida ante el Atlético de Madrid en el Santiago Bernabéu. Alfredo acabó con las ilusiones de miles de mallorquinistas con un gol en el minuto 111 de la prórroga. No hubo tiempo para la reacción. En cualquier caso, el Mallorca obtuvo el reconocimiento de todo el fútbol español por su espectacular trayectoria en el torneo copero.

Traspaso millonario. Al final de aquella temporada se produjo el traspaso al Barcelona de Cruyff por 200 millones de pesetas de la época (1.200.000 euros). Un gran negocio para el Mallorca...y para Nadal, que viviría en el club azulgrana la mejor etapa de su carrera. Conquistó cinco títulos de Liga, la Copa de Europa de Wembley -aunque no jugó la final-, una Recopa, dos Copas del Rey, dos Supercopas de Europa y tres de España. 268 partidos jugó con la camiseta azulgrana en ocho temporadas, muchos de ellos de central, con quince goles.

Regreso a la isla. Nadal, que en la temporada 97-98 participó en la victoria del Barcelona sobre el Mallorca en la final de Copa del Rey en Mestalla, tuvo ocasión de devolver a la entidad rojilla lo que le había ‘quitado’ aquel inolvidable 29 de abril de 1998. En su regreso al Mallorca tras apenas contar para Van Gaal, demostró a sus 33 años que no se le había olvidado jugar a fútbol. En su primer año tuvo a Fernando Vázquez en el banquillo, y a la temporada siguiente a Luis Aragonés. Junto a Etoo, Ibagaza y Luque, entre otros, el Mallorca logró la tercera plaza, la mejor de su historia. Y en 2003, con Manzano de entrenador, Nadal pudo levantar el título de Copa del Rey en Elche. En 2005 se retiró con 38 años. 342 partidos con el Mallorca y 41 goles contemplan la trayectoria de Nadal, un futbolista de leyenda.