Hemos vivido un año que no olvidaremos. Un año que, excepcionalmente, empezó en marzo. La irrupción, abrupta e intensa, de la pandemia de la covid-19 nos hizo, primero, dar un gran traspiés, a continuación, consiguió mantener paralizada, total o parcialmente, la actividad de las empresas y la movilidad de los ciudadanos, en medio de una creciente incertidumbre.

Doce meses después, el tejido empresarial confirma la pérdida de 3.129 de unidades –4 de cada 5 del sector servicios– y, con ellas, la destrucción de 15.833 puestos de trabajo –a pesar del efecto amortiguador de los ERTE y de las moratorias y garantías públicas. El cierre del balance de 2020 no fue menos doloroso por esperado: nuestro PIB cayó una cuarta parte con respecto al año anterior (-24,3%) y la tasa de paro se elevó varios puntos porcentuales hasta afectar a uno de cada seis trabajadores en activo del archipiélago (16,2%).

El panorama después de meses en que las empresas han tomado muchas decisiones de endeudamiento, de desinversión, de renegociación…de preservación, en definitiva, de su capital humano y físico es, a decir verdad, complicado, pues muchas empresas, especialmente pymes y autónomos podrían permanecer desactivadas, sin posibilidad de recuperación, incluso ahora cuando parece que la crisis sanitaria amaina. 

Lo cierto es que, en un principio, el tejido empresarial de las islas afrontó el desafío de la covid-19 desde una situación económico-financiera de partida favorable para asegurar su viabilidad, pues durante los últimos ejercicios se había trabajado con tesón para mejorar la rentabilidad y, al mismo tiempo, sanear la situación patrimonial. El escenario antes de la pandemia revelaba una buena capacidad para responder a las obligaciones financieras contraídas, obtener cash-flows generosos, recuperar lo perdido en la crisis anterior, así como normalizar el nivel de deuda y reequilibrar los balances. De hecho, los últimos estados contables pre-covid muestran, a título ilustrativo, que 3 de cada 4 empresas de las islas habían conseguido situar su rentabilidad económica, por encima de su coste financiero, mientras que la amortización de deuda había derivado en una mejora de la autonomía financiera, cercana a la mitad de la estructura del pasivo (48,1%). El mayor endeudamiento, por tanto, era posible para afrontar esta nueva situación sobrevenida. Sin embargo, doce meses después la situación es que el riesgo financiero se ha incrementado enormemente en buena parte de nuestras empresas. Los estados financieros se han tensionado significativa y repetidamente. Y, como me indican buena parte de los empresarios y profesionales con los que hablo, muchas de ellas tendrán dificultades para afrontar el considerable volumen de vencimientos previstos antes de diciembre, y, por tanto, cabe anticipar el cese de más negocios y efectos de ‘segunda vuelta’.

Todo ello ocurre en el marco de una coyuntura que tiene puestas todas las expectativas en el punto de inflexión que debe ser este verano y en el que la respuesta de la política fiscal no ha estado a la altura de la magnitud del shock. El impacto presupuestario de las ayudas apenas alcanza el 1,3% del PIB en el caso español, frente casi el 5% en Alemania o el 5,5% en Italia. Es por ello que, a los anhelos de la temporada turística, cabe sumar el deseo que la financiación pública pueda participar en el necesario proceso de reestructuración del tejido empresarial, especialmente en aquellos sectores más afectados por las restricciones 

Doce meses después, estamos tocados, pero somos otros. Hemos parado motores para fusionarnos y sumar capacidades, hemos desinvertido para reasignar nuestro potencial, nos hemos re-endeudado para abrir nuevas ventanas de oportunidad. A lo largo de este atípico año nos hemos digitalizado, abierto nuevos canales, explorado nuevos mercados, reorganizado el trabajo a una velocidad que, en circunstancias normales, no habríamos soñado. Ahora, no podemos dejar escapar la gran oportunidad que ha de suponer la inyección de fondos extraordinarios canalizados a través del programa Next Generation EU. Con inteligencia, ahora toca ser más innovadores, más eficientes, más sostenibles, más competitivos. Esta es la empresa que viene.