Los cierres periféricos personalizados, patentados por la Escuela Universitaria ADEMA, combinados con una mascarilla quirúrgica IIR, han sido certificados como un producto sanitario y Equipo de Protección Individual (EPI) en situaciones de riesgo frente a la COVID-19, según los requisitos establecidos en la normativa europea.

Según ha explicado el investigador y docente del centro educativo, el doctor Pere Riutord, “nuestros dispositivos de cierre han superado las pruebas cuantitativas de validez frente a la fuga hacia el interior de ambientes contaminados por aerosoles, obteniendo un mejor índice que las mascarillas FFP2”. Esta validación se ha llevado a cabo por un laboratorio oficial certificador que se encuentra en Alicante. De esta manera, se cumplen las normas UNE-EN 14683:2019+AC:2019 como producto sanitario y UNE-EN 149:2001+A1:2010 que lo acredita como EPI, lo que le confiere “propiedades duales”, que es lo recomendado frente a ambientes con riesgo de aerosoles contaminados por COVID19.

El investigador principal, el doctor Pere Riutord, ha explicado cómo el uso de un dispositivo de cierre periférico personalizado proporciona un sellado óptimo con una efectividad superior al 94% según las pruebas de sellado de la prueba de ajuste cuantitativa de la norma UNE-EN 149:2001+A1:2010. Ante estas conclusiones, el doctor Riutord ha mostrado su satisfacción al conocer la validación que el dispositivo de cierre junto a la mascarilla se convierta en un EPI, que ofrece doble protección al profesional o al usuario al comportarse como dual.

Por otra parte, los investigadores de la Escuela Universitaria ADEMA ya probaron con éxito el ensayo clínico del estudio sobre la eficacia del dispositivo de cierre personalizado ADEMA con mascarillas quirúrgicas entre diferentes colectivos con riesgo frente a la COVID-19, como el personal del Centro de Emergencias de Baleares 112, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Son Espases, del CEIP Miquel Porcel, y alumnos y personal sanitario de la Escuela Universitaria ADEMA.

Desde la Escuela Universitaria ADEMA recomiendan utilizar dispositivos de cierre personalizados que se adapten “de manera óptima a la zona facial” para convertir la mascarilla quirúrgica funcionalmente en una mascarilla dual, con protección bidireccional evitando flujo de aire por las aberturas o desajustes marginales de la mascarilla haciéndola “más segura y un elemento de barrera” frente al contagio por la COVID-19, “una protección proporcionada tanto a la persona que la lleva, como a la que está próxima a ella”.

Para los investigadores de la Escuela Universitaria ADEMA, “la mascarilla es recomendable que sea ‘quirúrgica tipo II o IIR’, al ser las únicas cuyo tejido garantiza una efectividad BFE del 98% frente a agentes biológicos como virus, bacterias y hongos al estar tipificada como producto sanitario, ajustándola con un dispositivo de cierre personalizado como el desarrollado por ADEMA, que en este caso se puede desinfectar y reutilizar y está fabricado con una resina termoplástica biodegradable, como es el ácido poliláctico (PLA) a partir del almidón de maíz, ambos componentes sin problemas de abastecimiento y de bajo coste”.

Desde ADEMA muestran su preocupación “al ver a muchas personas con mascarillas mal ajustadas o con tejidos de bajo o ningún índice acreditado de protección frente a riesgos biológicos (BFE)”. A juicio del principal investigador, el doctor Pere Riutord, “las primeras conclusiones evidencian científicamente los resultados de eficacia de nuestra patente, siguiendo las directrices de la Agencia de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) de los EEUU a diferentes colectivos expuestos, realizando pruebas mediante kits específicos fabricados por 3M”.