Las farmacias, a través de los Colegios Oficiales y a la Organización Farmacéutica Colegial tiene, desde hace años, un firme compromiso con la lucha contra la violencia de género, hasta el punto que desde abril de 2018 forma parte del Pacto de Estado contra la Violencia de Genero. De ahí, que nada más decretarse el Estado de Alarma y las normas de confinamiento, el Consejo General de Farmacéuticos puso a disposición de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género la red de 22.071 farmacias.

Al mismo tiempo que la profesión farmacéutica comenzó a desarrollar iniciativas propias para facilitar que las víctimas de la violencia de genero pudieran poner fin a su situación, puesto que, en estas circunstancias y en su condición de recurso sanitario esencial, la farmacia ha constituido el punto más cercano en el que una víctima podía solicitar ayuda.

Mascarilla-19, un modelo de éxito

Según la información recopilada por el Consejo General de Farmacéuticos entre 30 Colegios Oficiales de Farmacéuticos, en total más de 16.000 las farmacias de toda España se han sumado y participado en diferentes acciones de atención a las víctimas. Entre ellas las 443 oficinas de farmacia de las Islas Baleares, que des del inicio se sumaron a la iniciativa Mascarilla-19 en coordinación de la Administración Balear y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

De todas, la iniciativa que ha tenido una mayor repercusión ha sido Mascarilla-19. En poco más de 100 días, esta iniciativa ya se está presente en cuatro continentes, pues se ha implantado en países como Italia, Francia, Alemania, Noruega, Reino Unido, Argentina, Colombia, México, Uganda, Cabo Verde y Australia.

Aunque el protocolo de actuación puede variar según Comunidades Autónomas o países la mecánica y el objetivo es muy similar pues se trata de que toda mujer que se encuentre en una situación de riesgo o de peligro para su integridad física, psicológica y/o sexual, tanto en su entorno familiar más cercano como en la calle, pueda acercarse a la farmacia y solicitar una “Mascarilla 19”. A partir de ese momento, el farmacéutico dará los pasos necesarios para activar a los servicios de ayuda. Así, durante los meses de confinamiento, las farmacias comunitarias españolas se han convertido en decenas de miles de “puntos seguros” para las víctimas de la violencia.

El valor social de la farmacia, en auge

Durante el Estado de Alarma se ha puesto de manifiesto la eficacia de la farmacia como un recurso sanitario y social capaz de llegar a lugares y colectivos a los que otros servicios no llegan. Además de la labor en materia de violencia de género, también se ha colaborado con la Guardia Civil detección de personas mayores que no recogían su medicación habitual, seña de que podía necesitar ayuda. Además, recientemente se ha firmado un acuerdo con el Ministerio del Interior para colaborar con Policía Nacional y Guardia Civil en la protección a colectivos vulnerables, y se está trabajando con la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género en el desarrollo de nuevas iniciativas.

Consciente de ese potencial, una de las propuestas presentadas por la Organización Farmacéutica Colegial a la Comisión para Reconstrucción Económica y Social ha sido concertar servicios sociales y sanitarios a través de la Farmacia Comunitaria para colectivos vulnerables, para impulsar programas sanitarios y sociosanitarios que, en palabras de Jesús Aguilar, presidente del Consejo General de Farmacéuticos, “multipliquen la eficacia y alcance de la asistencia a drogodependientes, inmigrantes en riesgo de exclusión, mujeres víctimas de violencia de género, o asociaciones de pacientes Además, la capilaridad de la red de Farmacias permitiría diseñar y adecuar estos servicios en función de las características de la población de cada pueblo o cada barrio”.