Antoni Noguera se refiere desdeñosamente a José Hila como "este". Un buen síntoma, los pactos políticos y los matrimonios reposan en la absoluta desconfianza entre los socios. El menosprecio explica seguramente que el primero continuara siendo "El batle" en la página web oficial de Cort, horas después de ser desalojado.

Si es por Hila, pueden ahorrarse la sustitución digital. Su virtud más notoria es la hospitalidad con la que recibe todas las influencias, junto a la postergación infinita de los problemas. Un robot inexpresivo que se equivocaba a cada línea de su discurso de toma de posesión repite como alcalde de Palma, ahora de cuerpo entero. Este párrafo no critica al revenido, solo intenta trazar la pésima trayectoria de Noguera y de la calamitosa derecha palmesana, frustrada en su asalto a Cort.

Para consolarse de su impotencia, los concejales de Vox salpimentaban su toma de posesión incorporando al recitado un vibrante "juro por España". Ojalá que España les escuche, porque ese país distante tiene muy abandonada a una ciudad que se queda a solas con Hila, lo cual equivale a quedarse a solas sin más. Mientras tanto, el visiblemente desolado Noguera se consuela detallando sus penas a un busto de Emili Darder, con el que aspiraba a "tejer complicidades de política cercana" olvidando quizás que no lo conocen ni el uno por cien de los palmesanos. Ni a uno ni a otro.

La jura de Cort estuvo presidida por un teniente general, desalojado de la alcaldía después de la media hora de gloria conseguida únicamente por su edad. La estampa de Fulgencio Coll proclamando a un alcalde socialista solo puede entenderse en España. Por no hablar de un ayuntamiento de Palma de izquierdas en que la mayoría de concejales se expresan en castellano Y donde la familia poco numerosa Noguera ha rebajado el formulismo "sin renunciar al derecho de autodeterminación de nuestro pueblo", que ahora se enuncia "el derecho a decidir si el agua la quiero con gas". Podemos promete con unicornio, su vasallaje del PSOE alcanza extremos sonrojantes con Alberto "la vida es una fiesta" Jarabo desterrado a parcelas donde no maneja dinero, en cumplimiento de las órdenes emanadas de la cúpula de su partido.

La ceremonia de consagración de Hila volvió a demostrar que la Vía de Cintura es una muralla más efectiva que la auspiciada por Trump en Méjico, o que las barreras levantadas por los israelíes urbanos contra los palestinos campesinos. Palma y la Part Forana funcionan como dos mundos aparte. La Reconquista o hispanización de Mallorca acometida desde ayer por Vox no será un paseo militar.

Los colonizadores alemanes se refieren a Das andere Majorca o la otra Mallorca, para contraponer la visión idílica del interior a la ganadería turística de la costa, a la Putzenfrauen Insel. Sin embargo, los pueblos mallorquines están más alejados de la capital que de los focos de la industria de los forasteros.

Estos compartimentos estancos se traducen electoralmente en las numerosas alcaldías que atrapa o determina El Pi en la Part Forana, en tanto que los regionalistas son incapaces de acceder a Cort. Su resultado deprimente en la capital y en las autonómicas se entiende al contemplar sus carteles electorales, donde Josep Melià aparece por duplicado en ambas candidaturas frente a una sola imagen de Jaume Font. El resultado concuerda con la presencia gráfica, que expresa la original voluntad de reducir las opciones propias a la mitad.

Recíprocamente, iniciativas españolas como Podemos, Ciudadanos y Vox son tres de las cinco fuerzas más votadas en unas generales además de regular las mayorías de Cort, pero carecen de varas municipales al otro lado de la Vía de Cintura. En esta fractura, Palma no puede pretender siquiera la supremacía cultural. Los alcaldes de Inca, Calvià, Pollença, Porreres o Deià no solo se expresan mejor que Hila, sino que superarían a un alcalde palmesano medianamente letrado. Y desde luego, aventajan a un Parlament donde el jefe interino de la oposición responde por Biel Company.

Ni siquiera los votantes de izquierdas defienden la gestión llevada a cabo en Cort por el tercer Pacto de Progreso. Palma es más sucia, más ruidosa, más cara, más peligrosa y más gentrificada que hace cuatro años. Este recuento avala la conclusión de que también las ciudades tienen los alcaldes que se merecen, aunque toda mención peyorativa a Hila debe recordar que dobla por lo menos en representación a los otros candidatos.

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