Algunos municipios de Mallorca no conocerán la composición y condición de sus gobiernos municipales hasta el sábado, en el mismo momento de la votación del alcalde. Entre ellos, figuran casos tan significativos y de calado como Llucmajor, tanto puede girar a la derecha como a la izquierda o aún estancarse con un gobierno en minoría. Alcúdia se hizo esperar hasta ayer tarde.
Que, además, Campanet, Maria de la Salut y Binissalem estén aún en ascuas sobre la condición de su próximo consistorio, significa que los ediles en ciernes llegan al cargo sin el entrenamiento suficiente para dar sentido ejecutivo y práctico al mandamiento popular que asumen y que las negociaciones están desequilibradas. Lo decimos también porque los pulsos de última hora se tensan más sobre las alcaldías que sobre los programas de gestión a desarrollar.
En la actual edición de los pactos y desencuentros municipales hay aún una aportación novedosa. Son las exigencias y presiones de El Pi, un partido que se ha crecido sobre lo que hoy es su principal valor, el aumento de representación local que le da influencia y poder.
