Hoy es el día de los pactos. A lo largo de la jornada se confirmarán y darán a conocer los términos de los acuerdos municipales que se han cerrado en las últimas horas. Cada municipio es un mundo, pero entre ellos hay una interconexión o una influencia clara que se adapta a cada caso en función de los resultados electorales. Es lo que se observa con claridad al comparar ententes o desavenencias de un sitio y otro.
Entre los acuerdos posibles y los convenientes que las urnas han hecho posibles, en términos políticos, el mayor aporte de los últimos comicios locales está en la reedición de los pactos de centroizquierda donde la suma da para ello, en la recuperación o estreno de algunas alcaldías clave para el PSOE y en el incremento de la capacidad de influencia y determinación de El Pi. Los regionalistas hacen o dejan hacer a medida de cada lugar. Una de las consecuencias de esta actitud, fruto también de la decepción que todavía no ha podido superar el PP, es el exceso de gobiernos en minoría, una carencia que convendría corregir una vez que se hayan constituidos los consistorios. Con todo, hay que decir que los conservadores vuelven a gobernar en algún municipio de peso, caso de Sóller.
La evidente devaluación de Més solo se amortigua con su regreso a la alcaldía de Manacor, esta vez sin amenazas de inestabilidad, para desesperación de una AIPC que hasta ha intentado hacer una lectura fragmentada de los comicios para mantener una cuota de poder, cuando menos en la costa manacorina.
Otra de las características de la actual fase de constitución de los ayuntamientos es el gran número de renuncias que se han producido antes de tomar posesión. Entre incompatibilidades profesionales, conveniencias políticas y severos correctivos recibidos en las urnas, abundan los ediles que no han recogido su acta. Pepi González, en Lloseta, ya se ha ido. En el entorno de Més también lo han hecho Joan Xamena en Felanitx y Catalina Mas en Petra, aparte de otros.
