La militancia del PP no salía de su asombro el pasado diciembre, al enterarse de que Mateo Isern volvía a ser el candidato a Cort. El presidente regional Biel Company presumía de haber "insistido" durante meses para recuperar al exalcalde, y destacaba el "entusiasmo" de Pablo Casado. En realidad, ambos se sometieron a las exigencias de los grandes hoteleros mallorquines, que diseñaron un plan minucioso para recolocar al político palmesano que había sido apartado por Génova de las listas al Congreso.

El grueso de las maniobras hoteleras que elevaron a Isern al frente de la candidatura popular se desarrolló durante el pasado verano. El exalcalde contaba con el padrinazgo personalizado de Miguel Fluxá. En el primer diseño del desembarco, el presidente de Iberostar convocó en la sede palmesana de sus empresas a los grandes linajes de la hostelería balear. No faltaron Gabriel Escarrer, Simón Pedro Barceló o Camen Riu. Al enterarse de las características del proyecto en curso, algunos gigantes turísticos se desmarcaron y no volvieron a participar en las reuniones.

Una vez planteada la promoción de Isern en la cumbre exclusivamente protagonizada por hoteleros, comenzó el contacto con los políticos implicados. El plan consistía en convencer al exalcalde y en instar a Company para que defendiera la candidatura no solo en Mallorca, sino también en Madrid ante un Pablo Casado que podría mostrarse reticente dado el historial del aspirante.

Algunas de las reuniones con Isern y Company tuvieron lugar asimismo en las sedes de los imperios turísticos de Mallorca. Aunque el control de los hoteleros sobre el PP no admite dudas, los empresarios desconfiaban de que el presidente balear del partido promocionara con el ímpetu necesario a quien se convertiría en su compañero de cartel electoral en las elecciones del 26M.

Para garantizarse que la intermediación de Company fuera efectiva, los promotores hoteleros de la candidatura se desplazaron a Génova, y transmitieron su voluntad en persona a Pablo Casado. La dirección estatal del PP se reserva la designación de los cabezas de lista a las grandes capitales. Dados los resultados, la propuesta hotelera que anulaba el veto previo de Madrid surtió un efecto automático.

De espaldas a la militancia, que reclamaba explicaciones a la cúpula regional del PP sin demasiado énfasis, el encumbramiento de Isern se planteó como el fichaje de una estrella futbolística. El candidato digitado disfrutó de la oportunidad de plantear sus condiciones para encabezar la lista, de la que se apeó el pasado miércoles por no haber obtenido una mayoría absoluta de la derecha.

De acuerdo con la máxima del empresariado mallorquín que se remonta a los tiempos de Juan March, los hoteleros no depositaron todos sus huevos en la misma cesta. Conscientes del auge de Vox, que sonaba bien a los oídos de los grandes patronos de mayor edad, auspiciaban también un pacto amistoso entre Isern y la ultraderecha moderada.

La pinza fabricada por los hoteleros aporta una nueva perspectiva a las elogiosas declaraciones de Isern ante el fichaje del general Fulgencio Coll por Vox, también para la candidatura municipal. El cabeza de lista del PP se quedó a un paso de compartir el voto con el militar, que también se reunió a manteles con destacados hoteleros en las fechas próximas a las elecciones.

La operación de los hoteleros causaba víctimas colaterales. Una estupefacta Marga Duran, arrinconada súbitamente tras cuatro años encabezando la oposición al Pacto de Progreso en Cort, disimulaba su frustración al declarar que "en todo momento he sido informada de los movimientos por el presidente regional".

La implicación de los hoteleros en la política balear desde el bando conservador no constituye una novedad, aunque sí con la intensidad y en los términos de la promoción de Isern en Palma. El propio Miguel Fluxá jugó un papel decisivo, del que más adelante se arrepentiría, en la recuperación de Jaume Matas para derrotar al primer Pacto de Progreso en 2003. Aquella operación retorno fue fructífera, y admitida por el propio hotelero con un críptico "algo teníamos que hacer".

Perdidas las elecciones y desaparecido Isern, el alto empresariado requiere ahora de Company la dimisión inmediata. Y apuesta por el PP del ibicenco Marí Bosó.

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