Las primeras elecciones municipales de la democracia en Palma se saldaron con sorpresa. Ganó la UCD de Jerónimo Saiz, todavía partido hegemónico en aquella España de 1979. Pero la alcaldía acabó en manos del socialista Ramón Aguiló, que logró el apoyo de los concejales del Partido Comunista y del PSM. "Entonces no se llamó así, pero aquel fue el primer Pacto de Progreso", desliza Saiz.

Cuarenta años después y con la campaña electoral como telón de fondo, se citan en Diario de Mallorca para charlar sobre aquellos comicios históricos. Han mantenido el contacto durante todo este tiempo, comparten una visión amarga de la política actual -y de los políticos-, y evocan aquella Palma en la que "todo estaba por hacer". Y por explicar.

"El programa de UCD lo hicimos visitando barrio a barrio, incluyendo todos los problemas y carencias que tenían. Entonces se hacían mítines explicativos para la gente, ahora los hacen solo para los suyos. En general eran actos pequeños, pero al final de la campaña habíamos hablado con mucha gente", recuerda Saiz.

Aguiló asiente: "Los mítines se llenaban solo si venían los primeros espadas, pero cuando íbamos los candidatos por las barriadas eran reuniones pequeñas a las que asistían 30 ó 40 personas; solo en alguna ocasión especial podían venir cien o más".

La UCD de Adolfo Suárez dominaba la política nacional, así que Saiz era el gran favorito para conquistar la alcaldía frente a un Aguiló que aún no había alcanzado la treintena. "En aquella época se podían publicar encuestas hasta el mismo día de las elecciones y precisamente Diario de Mallorca publicó una en la que nos daba casi segura la mayoría de dos tercios, que entonces era muy importante porque algunos temas claves debían aprobarse con esa proporción. Pero después vino la gran sorpresa", evoca Saiz.

"Hubo muchas interpretaciones sobre lo que pasó", interviene Aguiló. "Desde que hubo una desmovilización del votante de UCD, hasta que a Jerónimo le habían sacado una foto con barba, y eso en aquella época pudo no ser muy acertado", recuerda.

Saiz logró un amargo triunfo: trece concejales. Insuficientes frente a los once del PSOE y los tres que sumaban los que serían sus socios de gobierno. Aguiló, que se convirtió así en el primer alcalde de Palma desde la vuelta de la democracia, seguiría al frente del consistorio hasta 1991. Pero los inicios fueron duros.

"El Ayuntamiento, como todos los de aquella época, estaba mal financiado. Los servicios públicos estaban de capa caída, había falta de equipamientos después del crecimiento urbanístico de los sesenta y un endeudamiento con contratistas que provocaba que muchos tardaban tres años en cobrar. Y después había que afrontar la democratización de una institución que venía de 40 años de dictadura", resume Aguiló.

La acción de gobierno también fue difícil en una Palma con notables carencias. "Teníamos un déficit de infraestructuras. Había barriadas que no tenían agua ni alumbrado público. Génova no estaba asfaltaba y no tenía agua potable, tampoco Son Ferriol. Se tuvieron que imponer contribuciones especiales porque el Ayuntamiento no tenía capacidad para afrontar esos gastos", rememora el exalcalde.

Saiz recuerda aquel caos. "Aquella legislatura se hizo un trabajo ímprobo para ponerlo todo al día. El tema de las contratas era terrible y los presupuestos estaban hinchados, se falseaban para cumplir el expediente. Era todo un desastre. A Ramón le costó mucho esfuerzo y nosotros hicimos una oposición crítica, pero ayudamos a mejorar la situación", recuerda quien años después siguió en política en las filas del PP.

"Fue una oposición muy dura, Jerónimo nos dio mucha caña", rememora Aguiló. "Pero cuando nosotros teníamos que contestar no apelábamos a Franco ni al 'y tú más', como ahora. Se intentaba argumentar. Esta es la gran diferencia con la política de hoy. Había un nivel de pensamiento muy diferente", añade el exsocialista.

Son constantes las referencias a la decepción que estos dos antiguos adversarios expresan por el nivel de la política actual. Saiz afirma que hoy votará: "A pesar de todo, quiero tener derecho al pataleo". Aguiló mantiene la incógnita: "Me lo estoy pensando".