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Hacia una nueva Policía Local

Los casos de corrupción destapados en el anterior y el presente mandato ponen de manifiesto la necesidad de una refundación del cuerpo

El nuevo jefe de la Policía Local, Josep Palouzié, pasa revista a un grupo de agentes el día de su toma de posesión a finales de abril de 2016. B.ramon

n En 2001 la plantilla de la Policía Local de Palma estaba integrada por 855 agentes para atender a una población de 339.925 personas. Casi veinte años después, el cuerpo policial palmesano ha menguado considerablemente en lugar de crecer. En concreto, en estos momentos hay en plantilla 802 policías, 43 menos que a principios de siglo, con el agravante de que la población de la ciudad ha experimentado un crecimiento del 30% hasta alcanzar la cifra de 440.772 habitantes, según el padrón de población municipal a uno de enero del año pasado.

En estas circunstancias, si en 2001 había un policía por cada 390 habitantes, en estos momentos la ratio está en un agente por cada 594 personas. La situación se agrava aún más si se tiene en cuenta que, de la plantilla actual, 17 agentes se encuentran en situación de segunda actividad, por lo que quedan un total de 785 policías.

A esta cifra hay que restar otros 68 que por diversas circunstancias, como encontrarse en servicios especiales, expedientados, destinados a la unidad de protección de autoridades u otras, tampoco están operativos. Por ello, el cuerpo cuenta para el servicio con 712 agentes, además de 90 mandos. Diariamente están de servicio una media entre 450 y 500 personas, que se distribuyen en 250 y 270 efectivos para el turno de mañana, entre 140 y 160 agentes para el de tarde y entre 40 y 50 para los servicios nocturnos.

Si la falta de personal es uno de los mayores déficits que el cuerpo arrastra desde hace varios mandatos, en el que está a punto de acabar se ha agravado especialmente por la imposibilidad de reponer las jubilaciones por la denominada regla de gasto.

Desprestigio y descrédito

Esta situación puede agravarse aún más en los próximos ejercidios debido a la posibilidad de que los integrantes del cuerpo puedan jubilarse a los 60 años. Lo anterior puede suponer una merma de los actuales efectivos en unas 200 personas en los próximos dos años.

Además, los casos de corrupción policial, destapados en el pasado mandato a raíz del desmantelamiento por parte de la Guardia Civil de los Ángeles del Infierno, han sumido al cuerpo en el desprestigio y el descrédito a los ojos de la ciudadanía que, pese a los esfuerzos realizados por los responsables políticos de que no afectara al colectivo, no se ha conseguido totalmente.

De hecho, entre la anterior y la actual legislatura ha llegado a haber un total de 28 mandos y agentes de la Policía Local palmesana imputados y acusados de, entre otros delitos, cohecho, prevaricación, tráfico de influencias, narcotráfico y organización criminal. Las investigaciones llevadas a cabo por los juzgados, que han derivado en distintas piezas separadas entre las que se incluye el denominado caso Cursach, no se han circunscrito exclusivamente al cuerpo de la Policía Local, puesto que también se ha investigado a funcionarios de Urbanismo y de Salud, entre otros departamentos. Como consecuencia de estas investigaciones el exconseller de Interior y exteniente de alcalde de Cort con el PP, José María Rodríguez, ha abandonado el partido, al igual que su pupilo Álvaro Gijón, aunque este ha conservado sus cargos tanto en el Parlament como en Cort. Toda la cúpula policial estuvo también imputada en 2016 por lo que el entonces alcalde, José Hila, tuvo que expedientar a los comisarios Antoni Morey y Joan Mut y nombrar como jefe provisional al mayor Bravo, antes de poder convocar un concurso que ganó Josep Palouzié, el actual jefe del cuerpo procedente de Girona.

La enésima reestructuración del colectivo

Es un clásico. Tanto si hay continuidad política al frente del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Palma, como si no, desde finales de los años 90, en cada mandato el alcalde y el concejal responsable de Seguridad Ciudadana (que también incluye al cuerpo de bomberos) presentan un nuevo organigrama de la Policía Local, que incluye una pretendida reestructuración a fondo del cuerpo. Sobre el papel se quiere invariablemente reforzar la denominada policía de barrio o de proximidad, aunque en la práctica los deseos se estrellan contra la realidad de una plantilla escasa por las necesidades existentes, en especial en temporada alta, y por las reticencias de una parte de sus integrantes, que prefiere un cuerpo más especializado.

Lo anterior ha desembocado en la existencia de una amalgama de categorías distintas, lo que se plasma también en una diferente remuneración e incluso en una jornada diferenciada (continua o partida) entre colectivos.

En el anterior mandato el exalcalde, Mateo Isern, potenció los dos primeros años las unidades denominadas reactivas en detrimento de la policía de proximidad o comunitaria, pese a que sobre el papel estas últimas unidades se querían potenciar.

En el mandato que está a punto de finalizar, la actual responsable de la Policía Local, la concejala socialista Angélica Pastor, con muchas dificultades y reticencias sindicales también presentó en su momento, en diciembre de 2015, las líneas maestras de lo que debía ser la “nueva” Policía Local.

Con el nuevo organigrama aprobado en junta de gobierno se pretendía potenciar la unidad de proximidad, en la que se incluyen los agentes de barrio, además de la policía nocturna y de tráfico.

Con ello se quería lograr una policía más cercana al ciudadano y centrada en las competencias exclusivas del cuerpo: el cumplimiento de las ordenanzas municipales y la regulación del tráfico, dejando como “residual” la atención a la seguridad ciudadana, competencia de la Policía Nacional y de la Guardia Civil.

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