Estrenamos hoy la sección de entrevistas a candidatos electorales con Fulgencio Coll, el hombre que sacó las tropas españolas de Irak en la etapa de Zapatero por obediencia castrense que no por convicción política. El candidato a Cort de Vox aspira a liderar el bloque conservador que cumpla la sagrada misión de desterrar el progresismo de Palma. En esta segunda vuelta de las generales en que se ha convertido el 26M, Fulgencio Coll debe librar por tanto dos batallas en paralelo: superar en votos a los contrincantes compañeros -Mateu Isern y Eva Pomar- y sumar con ellos más votos que el trío de Hila, Noguera y Jarabo. No ganar al fuego amigo, lo consideraría un "fracaso personal" y sitúa su horizonte plausible en más de cinco concejales, lo que llevaría implícita una descomunal debacle de la lista popular. En su quiniela soñada marca un 6-5-4, con él encabezando la tira y reparto indistinto del resto entre los compañeros de viaje. Pero con la actual pugna por el liderazgo de las derechas pasa como con las sábanas, que si estiras mucho hacia arriba para taparte la cabeza, dejas descubiertos los pies. Esa dura competencia ha sido desde la transición el hábitat político de la izquierda, con socialistas, comunistas, ecosobreranistas, podemitas... dándose caña hasta la extenuación. La derecha de toda la vida lo acaba de descubrir, todo un vértigo para sus líderes y una excitación para sus votantes.