La guerra sin cuartel por el octavo diputado balear en las generales excede en significación los límites geográficos de la comunidad. En un juego de mesa que puede practicarse el 28A tras la apertura de las urnas, "Dime quién saca tres diputados al Congreso por Balears y te diré quién gana en Madrid". La suerte de Pedro Sánchez y Pablo Casado puede escrutarse desde Mallorca.

En este trayecto de ida y vuelta, si el PP corona un tercer diputado balear se colocará en el Congreso en la franja de los 130, dentro del objetivo de 134 escaños apuntados por Casado. Si el escaño en disputa se decanta hacia el PSOE, saltará en España de los 84 actuales al nivel hoy máximo para el bipartidismo de 130, para quedar a expensas de Podemos y de los nacionalistas.

Si los enflaquecidos Podemos o Ciudadanos suman el octavo diputado para llegar a dos, se difumina la traducción estatal, pero recobrará actualidad el sorpasso. Si uno de los tres partidos emergentes cae a cero en Balears, sufrirá una frustración a escala estatal.

El PSOE balear no remató en escaños sus dos victorias parciales frente al PP en unas generales. Los veinte mil votos de ventaja en 1986 sustentaron un empate a tres, que fue a cuatro en 2008 con un exiguo margen de dos mil votos para la izquierda. Sánchez ha de derrotar en Mallorca a González y Zapatero.