Las elecciones generales transcurrieron durante cuarenta años en Balears como un aburrido diálogo entre PP (antes UCD) y PSOE. La diarquía estalla en 2015 y 2016, con la entrada de Podemos y Ciudadanos en el Congreso en representación de la comunidad. Estos cuatro partidos tendrán que estrecharse el 28 de abril ante la irrupción de Vox. Pese a la saturación de aspirantes, el aparente caos se resuelve al examinar las tendencias en las encuestas publicadas. Siete diputados parecen asignados, y todos los partidos citados salvo la ultraderecha se disputan el octavo que adjudica la circunscripción balear.

Los votantes de Balears demuestran un comportamiento salomónico, a un mes de las elecciones. Premian a todos los concurrentes significativos de la esfera estatal, hasta consolidar una distribución 2 (PSOE ) - 2 (PP) - 1 (Podemos) - 1 (Ciudadanos) - 1 (Vox). Salvaguardando su condición de mero pronóstico, esta quiniela parece estabilizada y solo queda agregarle el octavo diputado. El consenso de los sondeos estatales extrapolados a Balears predice que PSOE, PP, Ciudadanos y Podemos empatan en ambición. Además, la tremenda progresión de Vox le concede opciones si mantiene su propulsión durante las próximas semanas. En una situación insólita en el mapa electoral, ninguna formación puede renunciar racionalmente a las expectativas de un escaño más.

PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos han encabezado la clasificación de partidos más votados durante los últimos años. Ante la clasificación más predecible que previsible, los restos del veterano bipartidismo intentan mantener su relativa preeminencia ante los recién llegados. Aunque empatados de momento a dos diputados, también es significativo que los socialistas superen porcentualmente a los populares, con márgenes entre dos y ocho puntos.

Hasta la fecha, el PSOE nunca ha aventajado al PP en número de escaños, ni en elecciones generales ni en autonómicas. De ahí la importancia estratégica del octavo diputado. Puede afirmarse lícitamente que los sondeos otorgan 2,5 escaños a los socialistas, aunque esta cantidad carezca de sentido.

En la adaptación de los sondeos a Balears, las cinco marcas estatales tienen blindada su representación, aunque el debilitamiento de Podemos y Ciudadanos podría conllevar sorpresas mayúsculas. Para los irredentos de la pervivencia del bipartidismo, el PP solo aspira a igualar el peor registro de su historia, con tres diputados. En cuanto al PSOE, solo puede soñar con empatar su mejor balance, los cuatro diputados que solo le atribuye el CIS de Tezanos.

Los sondeos son falibles porque no descartan lo imposible, sino lo sorprendente. Sería asombroso que un partido distinto de PP o PSOE alcanzara su segundo escaño, que Ciudadanos cerrara la brecha con el PP o que Vox se encaramara a una tercera plaza. Por lo mismo, hay que desconfiar de las encuestas que no contienen una igualdad a cuatro entre izquierda y derecha, en la tónica de 2015 y 2016. Los desplazamientos sobre la quiniela 2-2-1-1-1 deberán atender a ese reparto ideológico, lo cual aproxima el octavo diputado a la izquierda.