El desenlace ha sido el que menos podía preverse: PP y PSOE no solo resisten, sino que, contra pronóstico, el primero mejora muy sustancialmente los resultados del 20 de diciembre, al haber asaltado con notable éxito la cosecha obtenida entonces por Ciudadanos. Al tiempo, el PSOE frena a Unidos Podemos, quien se queda muy lejos de protagonizar el ansiado sorpasso. La situación no es la misma que la surgida de las elecciones de diciembre, porque el bloque de la derecha, PP y Ciudadanos, no llega a la mayoría absoluta, pero roza los 170 diputados, lo que le deja en posición de gobierno, mientras que el hipotético de la izquierda, PSOE y Unidos Podemos, queda a una distancia inalcanzable de la mayoría; requeriría del concurso de los nacionalistas catalanes y vascos. Se verá si PP y PSOE decidan formalizar la denominada "gran coalición" o si es la abstención socialista la que posibilita la continuidad del PP en el poder.
No habrá bloqueo
El de ayer es un resultado que descarta por completo la continuidad del bloqueo, porque el PSOE tendrá que permitir la investidura de Mariano Rajoy; lo que no es verosímil es que Podemos, después del duro correctivo recibido a sus por los visto desmesuradas expectativas, alentadas por las encuestas, cuyo estrepitoso fracaso constituye una de los grandes fiascos del proceso electoral que hemos vivido, especule con una investidura de Pedro Sánchez en condiciones similares a las que éste intentó después de las elecciones de diciembre.
No admite discusión que el PP de Mariano Rajoy han ganado las elecciones, y que lo han hecho cosechando más de una docena de diputados sobre los 123 conseguidos el 20 de diciembre. Es un botín que blinda a Rajoy, a quien nadie le puede solicitar que se aparte, aunque no sume con Ciudadanos para la mayoría absoluta. Entonces, ¿dónde hallar la salida? Está en manos del PSOE que dirige Pedro Sánchez, quien, sin duda, tendrá que soportar durísimas presiones, tanto internas como externas, incluidas las provenientes de Bruselas, para que facilite a Rajoy la investidura. Eso o la imposible alternativa de volver a votar en diciembre, cosa que no soporta un diagnóstico mínimamente riguroso de la situación institucional, política y económica de España.
Sucede que el viejo bipartidismo encarnado por PP y PSOE, al que se había dado casi por desahuciado, ha sido nuevamente parcialmente quebrado, pero dispone de un caudal de reservas que nadie había supuesto que pudiera guardar. Es evidente que el descomunal error de las empresas demoscópicas ha contribuido a desenfocar la realidad, pero el hecho insoslayable es que el tiempo nuevo que los denominados partidos emergentes daban por hecho que se iniciaba, ni es tan nuevo ni seguramente es otro tiempo, puesto que ni la fuerza que ha tenido el PP para succionar el electorado de Ciudadanos ni la resistencia que ha exhibido el PSOE estaban auguradas. El PP contaba, sí, con esquilmar los diputados de Rivera, pero no entraba en sus pronósticos que sus adversarios del PSOE conservaran la segunda plaza, que es lo que puede no impedir, pero sí complicar el proceso de investidura de Mariano Rajoy en el Congreso de los Diputados. Si los socialistas hubieran sido desplazados a la tercera posición, Pedro Sánchez habría sido obligado a dimitir lo que, a su vez, dejaba el camino mucho más expedito a la investidura de Rajoy. Pero con el PSOE sólidamente conservando la segunda plaza las cosas son más enrevesadas, aunque con el PP saltando holgadamente por encima de los 130 diputados, acercándose a la frontera de los 140, hurtarle la investidura al presidente del Gobierno en funciones se antoja misión imposible para los socialistas.
Estamos en vísperas de iniciar una legislatura corta, con Mariano Rajoy investido, pero obligado a gobernar en minoría, condicionado por PSOE y Ciudadanos. Ese cuadro es el que a medida que fue sustentaciones el escrutinio adquirió fuerza, puesto que la suma de PP y Ciudadanos se aproximaba a los 170 diputados, lo que impide al PSOE cortocircuitar la investidura.
Es lógico, pues, atisbar que de las elecciones saldrá un nuevo gobierno de Mariano Rajoy, quien ha visto cómo su opción de bloquear la situación creada el 20 de diciembre le ha reportado los réditos que esperaba. Premio para el que optó por rechazar el ofrecimiento hecho por el rey Felipe VI Felipe VI de ir a la investidura.
