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La prórroga

Hoy nada cambiará para que todo cambie

Hoy nada cambiará para que todo cambie

Por fortuna, la retorcida situación presente dispone de textos que la definen. "Las puertas se cierran cada vez más ante una burguesía que el siglo ha multiplicado e instruido. Amenazada, la vieja sociedad responde con la reafirmación de su eternidad y el reforzamiento de sus posiciones. Vela con más celo por su poder. Su contraofensiva une a todos para frenarla". Es una descripción ajustada de la pugna entre partidos emergentes y tradicionales. Nadie podrá negarle la neutralidad a su autor, porque está muerto. Y además era francés. No efectuó una profecía, porque el historiador François Furet trazaba el mapa de la sociedad de su país durante el siglo XVIII, en su monumental La Revolución Francesa. El celebrado escritor remata su discurso con un interrogante más vigente que nunca este domingo. "¿La Revolución es entonces inevitable?"

Las mismas causas no rinden en la Historia los mismos efectos. Sin embargo, sería impropio negar un carácter definitorio si no definitivo a los comicios. El resultado numérico es previsible, sin más que detenerse en los datos del pasado 20 de diciembre y efectuar las correcciones pertinentes. Sin embargo, la facilidad de un vaticinio no ahorra las sacudidas que va a experimentar la vida política. Invirtiendo la "reafirmación de la eternidad" a cargo de Lampedusa, hoy nada cambiará para que todo cambie. La asignación de escaños se contemplará sin la estupefacción del 20D. El país deberá liberarse del manto de vergüenza histórica que lo cubre, desde que anuló el veredicto sagrado de la democracia por no asimilar la irrupción de fuerzas nuevas. "Las puertas se cierran cada vez más", pero los arietes y las tomas de la Bastilla han sido reemplazados por la tozuda repetición de las elecciones.

Quienes hemos perseverado durante un trimestre en el error de que no habría nuevas elecciones, nos quedamos sin derecho a normalizar la fecha de hoy, ni mucho menos a consagrarla como punto de arranque. Los cuatro candidatos principales parecen más preocupados por garantizarse la continuidad personal que por hallar una salida a la encrucijada en que han colocado al país. La ausencia de disparos y de derramamientos de sangre no evita la conclusión de que ni el 23F ni el 11M paralizaron el funcionamiento de la democracia, con la eficacia demostrada por una pésima lectura de los resultados de las urnas.

Los malos perdedores nos han traído, perdón, nos han arrastrado hasta aquí. "Velan con más celo por su poder", pero hoy se verificará si sus rivales ceden a la tentación abandonista o si "su contraofensiva une a todos para frenarla".

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