­La misma legislación electoral española que en la última semana de campaña prohíbe difundir encuestas que igualmente todo el mundo lee en la prensa andorrana, establece que el día antes de la cita con las urnas toca darle una tregua a la propaganda para parar a pensar en el voto. Es el sábado "de reflexión", en el que candidatos que se supone que reflexionan también el resto de días se retiran del carrusel de fotos y discursos para esperar el resultado de la votación. ¿Lo hacen? Pues la mayoría, parte por presión mediática, parte por consejo de asesores inasequibles al hartazgo general, siguen de postureo electoral, aunque ya sin repetir de viva voz mensajes ensayados. Eso está prohibido.

Pero no lo está seguir vendiendo imagen. Así que a ello se dan casi todos. El que no posa corriendo por un parque, lo hace comprando en un mercado al que normalmente no va, o abrazando en la plaza más cercana a vecinos con los que casi nunca habla por falta de tiempo. O paseando con la familia, todos vestidos de comunión. O visitando a esos abuelos que no le ven el pelo al nieto desde que se hizo político y dejó de tener vida privada y tiempo libre. Hay tanta variedad de escenas como candidatos. Y esta campaña no iba a ser distinta, por mucho que solo hayan pasado seis meses desde el último día de reflexión: los candidatos (salvo el de Units Podem Més, que optó por no aparecer) acudieron a la cita con la foto de reflexión.

Cabría pensar que la foto es la misma que en diciembre, pero no es el caso. Esta vez hay caras nuevas. En la foto de reflexión y en el cartel electoral: al PP y al PSOE les fue tan bien en las urnas que esta vez tienen nuevos candidatos. En el PP, la exdelegada del Gobierno Rajoy, Teresa Palmer sucede al exalcalde Isern. Y en el PSOE, Pere Joan Pons, que era jefe de gabinete de la presidenta Francina Armengol, rejuvenece la lista al relevar al frente de ella al veterano del partido y de las instituciones Ramón Socias.

La que tuvo el día más agitado fue Palmer, que alteró su jornada de fotos de reflexión para la prensa por un imprevisto de largo más importante que cualquier imagen de campaña: un pequeño percance que sufrió uno de sus hijos la obligó a llevárselo para una cura de urgencia en el hospital de Manacor, que se saldó con más susto que puntos. Así que se cancelaron las fotos matinales, pero no el relax de la candidata en Colònia de Sant Pere, cerca de ese mar que la campaña no le ha permitido disfrutar.

Iglesias y Pons al baloncesto

El candidato local del PSOE, por su parte, repetía basket en campaña: hace unas semanas se hizo fotos en un partidillo con Pedro Sánchez, y ayer posaba más natural en compañía de amigos y parte del equipo de campaña, con los que jugó un rato al baloncesto. Sudó la gota gorda, que era mediodía: las exigencias de campaña y del posado de reflexión no dan para reflexionar que las doce del mediodía es mal momento para ponerse a hacer deporte en pleno verano. Caprichos electorales, el candidato balear del PSOE optó para una foto de reflexión parecida a la de Pablo Iglesias, que en Madrid se enfundaba una camiseta morada (claro) para jugar a baloncesto con gente de las bases de Podemos. El baloncesto reconcilia lo que los pactos postelectorales rompieron. Al menos para la foto.

Más discreto se mostraba el juez Yllanes. El cabeza de cartel de Units Podem Més renunció al postureo del día de reflexión. El viernes el propio Juan Pedro Yllanes había explicado que su objetivo para la jornada de descanso era disfrutar un rato de pareja, familia y amigos, y de paso pegarse un baño en el mar, después de semanas en las que mucho viaje de campaña nacional y todos los compromisos locales le han alejado de su vida. Yllanes ha descubierto en siete meses como político lo que ya sabían Palmer, Pons e incluso el candidato de Ciudadanos, Fernando Navarro, que ya habían vivido varias campañas: que eso de que los políticos no trabajan es solo un tópico callejero, que los políticos curran mucho, aunque algunos concentren todos su esfuerzos en campaña.

El último en discordia, el candidato de Ciudadanos, Fernando Navarro, eligió para el posado el mercado de su pueblo, Santa Eugenia, por donde paseó con su mujer y sus perros. Luego se retiró a esperar el momento decisivo, que no es hoy, en las urnas, sino a partir de mañana, cuando el reparto de poder empiece a condicionar los pactos en esta reedición de las elecciones y los posados de diciembre.