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Política

El PP admite que sus resultados del domingo son "un desastre"

Balears es la tercera región donde los populares pierden más apoyos, solo superada por Valencia y Murcia

Grupo de miembros del PP haciendo el segumiento electoral, el domingo en la sede.

­Cuarenta y ocho horas después de la noche electoral, el PP balear despierta a la crudeza de los datos. "Se ha aguantado el tipo", o "hemos conseguido un resultado digno" eran las versiones oficiales de los candidatos Miquel Ramis y Mateo Isern terminado el recuento. Fuera de micrófono ya se impone la lectura sin adornos: los resultados del domingo son "muy malos"; son "un desastre"; o directamente son "catastróficos", los valoran respectivamente cuatro cargos del partido, incardinados además en facciones enfrentadas entre sí.

En la intimidad, estos populares reconocen que la pérdida de 76.785 votos respecto a las generales de 2011 "es una auténtica sangría", e ilustra la pésima situación por la que atraviesa el partido en Balears, con Podemos persiguiéndole los talones. Ninguno esperaba que el partido hegemónico se quedaría a tan solo 29.000 votos de los podemistas, como ha sucedido. Especialmente "dramático" es el batacazo en Palma, señalan, donde 28.244 votantes han abandonado las siglas PP.

En un primer momento, los conservadores pudieron vender la tendencia en positivo. "Hemos conseguido parar la caída de votos, a partir de ahora viene la remontada", declaró Isern en su balance del 20-D. Se aferró con ahínco a los 19.000 votos más que saca su lista respecto a la encabezada por José Ramón Bauzá en mayo.

Del 50 al 30%

Este leve aumento, unido a que el PP en las islas superó en un punto la media estatal de voto conseguido por Mariano Rajoy, sirvió para lanzar la consigna de que se habían "salvado los muebles".

La realidad, una vez analizado el escrutinio internamente y al detalle, es que hace cuatro años el PP balear tenía la mitad de los votos emitidos en las generales (el 49,5%), y ahora debe conformarse con el 29%, la misma posición del PSOE entonces.

La pérdida porcentual de voto "es la tercera peor de toda España, solo nos ganan Murcia y Valencia", indica un destacado popular. En esas dos autonomías el PP perdió, respectivamente, el 23,7% y el 22% de sufragios respecto a 2011. Les sigue Balears, donde el retroceso ha sido de 20 puntos. En este sentido se ha ido a peor, ya que pese a los malos resultados cosechados por Bauzá, Balears fue la quinta región en pérdida de porcentaje de voto para el PP, y ahora ha escalado dos escalones.

El pretendido efecto Isern ha resultado ser una entelequia. Los 19.000 votos incrementados no se explican por haber puesto de cabeza de lista al exalcalde de Palma, sostienen sus contrarios. "Veníamos de tocar suelo con los 121.000 votos de Bauzá, el peor resultado de la historia; era matemáticamente imposible bajar más, por fuerza había que subir algo", aseveran. Según esta corriente, tanto daba Isern como cualquier otro. Al igual que el PSOE, "en el PP puedes poner a una escoba con cuatro pelos, que en unas generales te va a sacar el mismo resultado que con un candidato estrella, la gente vota en clave nacional", apostillan.

El sector crítico, que ha arropado a Isern, difiere por cuanto "Mateo era el mejor cartel que teníamos y nos convenía que el candidato fuera conocido", si bien coinciden en que su incidencia ha sido neutra. Eso sí, hasta las voces que le defienden señalan que Isern "ha sido flojo en los debates, solo tiraba de argumentario".

El 20-D deja en el PP balear otro resquemor, el auge de Ciudadanos. Los más de 71.000 votos logrados en el archipiélago por la marca de Albert Rivera proceden en su mayoría del electorado antaño popular. "Tenemos una fuga de votos espectacular", hay unanimidad en este punto entre los consultados. Apuntan que la suma de los 140.000 votos del PP y los 71.000 de Ciudadanos arrojan prácticamente los votos en solitario de los populares en las generales de 2011 (casi 217.000).

Con Ciudadanos adelantándole por la derecha y El Pi por el centro, el PP de la era post Bauzá deberá afrontar no solo su sucesión por Biel Company, sino la búsqueda de un discurso propio que le vuelva a identificar como el referente del centroderecha balear. El reto se antoja difícil en un partido sumido desde los comicios autonómicos en una guerra intestina por el poder, donde la única preocupación es quién debe ser el nuevo líder.

"Hemos tenido la suerte de que la debacle del PSOE de Armengol [que pasa a ser tercera fuerza] y el sorpasso que le ha hecho Podemos nos han desplazado del foco de atención", se sincera un exdirigente, "pero la hostia que nos pegamos es descomunal, y el que no quiera verlo no se entera de nada", remacha.

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