De safari

El mercado de La Palma, el mallorquín y el móvil de Feijóo

El presidente del PP sufrió un lapsus geográfico y confundió la capital balear con la isla canaria

Feijóo participa en Palma en el acto central de campaña de Marga Prohens y el Partido Popular de Balears

Feijóo participa en Palma en el acto central de campaña de Marga Prohens y el Partido Popular de Balears / B. Ramon

M. Elena Vallés

M. Elena Vallés

De todos los actos centrales de campaña ya celebrados con motivo de estas elecciones autonómicas y municipales, el del PP ha sido el que más ha relegado a un segundo plano la política territorial. Es la estrategia marcada en Génova y no es de extrañar con los lapsus geográficos que se gasta Alberto Núñez Feijóo en cada acto. Ayer confundió en el Trui Teatre el mercado de Palma (se refería al Mercat de Pere Garau que visitó el pasado septiembre) con el mercado de La Palma, en la isla canaria. También se refirió a todos los barrios de Mallorca, cuando es obvio que quería decir pueblos. Feijóo ya no sabía si hablaba de Palma ciudad o de la isla de la Palma. Tampoco parecía saber demasiado de Menorca o Eivissa. En cualquier caso, su parlamento podría haberse reproducido fielmente en Badajoz y nadie habría levantado la ceja. La agenda de Feijóo es elevar el sanchismo a una cuestión de orden moral: el sanchismo es separatismo antiespañol, el sanchismo es abuso institucional, el sanchismo es la falta de libertad.

A cuatro días de las elecciones, Feijóo y Prohens convirtieron las elecciones autonómicas y municipales en una suerte de moción de censura, por no decir cruzada, contra el sanchismo, erigiéndose ambos en paladines de una causa noble y muy simple (con lo complicado que está el mundo). Pero son las autonómicas de Balears, y Feijóo sólo supo alabar «el precioso mallorquín» que habla el candidato al Consell Llorenç Galmés (a Prohens alcanzó a llamarla guapa). «El mallorquín, una de las lenguas de España», remató el líder popular. Una coz al catalán que seguro desagradó a muchos candidatos del partido en los municipios y que provocó que se colara en la sala el fantasma de Vox, formación totalmente obviada en los discursos triunfalistas -de mayoría absoluta- del gallego y Prohens, pero cuya presencia se empecinan en realzar las tozudas matemáticas si es que el PP quiere tocar poder. Esa patada cruel a la lengua del Tirant lo Blanch fue una prueba más de que no mandó el debate local en Trui Teatre, sino la olla exprés madrileña y su agenda política.

El Falcon de Sánchez fue el hilo conductor en la alocución feijoniana. Una obsesión que un simpatizante del PP afeó al gallego con un «¡Otra vez!».

El teatro de Son Rapinya estaba a rebosar. Más de 1.400 personas. Una docena de autobuses fletados. Banderas españolas, de Balears y unas azules rescatadas de los almacenes del partido. El logo de la gaviota así lo delata: coincidía con el de la época de Jaume Matas. Hablando de históricos del partido, en la platea no faltaron el exalcalde Joan Fageda, seguro de que «vamos a ganar»; Margalida Moner; Pere Rotger; Francesc Fiol; Catalina Cirer o Antoni Pastor. De la sociedad civil, acudió representación de Hotel Beds; el vicepresidente de la Federació Hotelera de Mallorca Javier Vich; Carmen Planas de la CAEB; Toni Fuster de Pimeco; Jordi Mora de Pimem, además de representantes de Escola Catòlica de Balears, del sector náutico, de Amadiba, de Asima o Afedeco, entre otros.

Marga Prohens salió con tono de ganadora en el día de su cumpleaños. Al grito de presidenta, sacó una papeleta del PP de su bolsillo y apeló a la clase media, a los autónomos, a las mujeres y a las personas mayores. Apeló a la sonrisa del votante conservador y recreó la cara triste del elector de izquierdas. Le faltó desgranar más y mejor ese programa electoral del que tanto se jactó «y nos han copiado». Sabe que las ideas no tienen comprador seguro, pero que las emociones es más fácil colocarlas en el mercado electoral.

P.S. Feijóo se pasó medio mitin con el móvil en la mano.

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