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Opinión

Company cae mal

No subestimen el complejo de inferioridad de Biel Company, incomprensible en tan gallardo personaje. La mayoría de seres humanos no sirven como candidatos electorales, y es la única mayoría de la que puede presumir el presidente del PP por estas fechas.

El fracaso electoral no ha sorpendido ni a Company, que se ha pasado la campaña anunciando que tenía otros planes al margen de la política. Al cargarle con la responsabilidad íntegra del partido más importante de la historia reciente de Balears, se dio cuenta de que no estaba a la altura de la gestión de la comunidad. Perdió la autoconfianza, empezó a tartamudear.

Y sobre todo, Company cae mal. Puede comprarse apoyos y lo ha hecho con prodigalidad, al igual que todos los políticos a izquierda y derecha. Sin embargo, no puede gozar de la afinidad suplementaria que despiertan los grandes encantadores de serpientes, un Adolfo Suárez en lo nacional o un Mateo Isern en lo local.

Company cae mal incluso a las personas que caen mal, no genera empatía ni en su tribu. De ahí que se generalice el desastre del domingo pasado en "qué sorpresa el batacazo del PP", porque a nadie le ha sorprendido la debacle personal de su candidato. Por eso tampoco han surgido voces para atenuar su castigo. Cae mal, lo merece.

El PP pretendía ganar las elecciones a pesar de Company, el mismo hándicap que se impuso el partido en 2015, cuando se empeño en repetir en el Govern a pesar de Bauzá. Al militar aficionado lo presentaron en su salsa, sin suavizar sus tendencias cuarteleras. Y ahora llega la mayor broma de la política mallorquina en este siglo. Aspiraban a transformar al candidato Company, a civilizar al bárbaro. Si cae mal, obligaremos a los votantes a que les caiga bien. Engañaremos al aspirante y a los militantes. No coló.

Se llega así al Company de camuflaje. Nadie se compra un tigre de bengala para disfrazarlo de minino. Le arrancaron los colmillos, igual que los vecinos de Sant Joan arrancaban los carteles con su figura, cumpliendo con una tradición electoral que se remonta a sus antepasados. En campaña se comportó como la oveja negra del Pacto, en lugar de despedazar a la izquierda.

La misión fundamental de un candidato es atraer votantes, ¿cuántos ha acarreado Company para el PP? Encajonado artificialmente, también cae mal. Parece feliz poniendo trabas a la clientela conservadora, con la tentación de colocarse en la cola de la urna para prohibir que le voten los indeseables. No ha entendido el ecumenismo de Cañellas. La única victoria que puede apuntarse Company sería que el popular Marí Bosó perdiera la alcaldía de Eivissa.

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