Todo Pacto de Progreso en Balears carga con la amenaza de un Prestige, con visos de naufragio del Govern incipiente. Francesc Antich acababa de tomar posesión en julio de 2007, y el hundimiento del Don Pedro no le dejó saborear la victoria del segundo pacto de izquierdas. Regresar al Consolat con un panorama negro como el que se avecinaba sobre el litoral ibicenco en plena temporada quitó literalmente el sueño al expresidente socialista.

En el ecuador de la actual legislatura -noviembre de 2017-, Francina Armengol ya se enfrentó a su propia crisis marítima: un incendio en el ferry Tariq Ibn Ziyad, que navegaba de Marsella a Argel, tuvo que dejar urgentemente en el puerto de Alcúdia a 470 pasajeros con el consiguiente susto. Ayer, otro fuego en el carguero Grande Europa revivió la pesadilla del chapapote en las costas gallegas. El equipo de la socialista reaccionó rápidamente y suspendió toda la agenda electoral; a estas alturas de la campaña, el menor error resulta imperdonable.

Aparcar cualquier acto de partido y volver al rol institucional es algo simple de hacer. Pero en esta recta final, el entourage armengolista se enfrenta a un fantasma mucho más difícil de controlar: la desmovilización de las bases del PSOE, convencidas de que esto ya está hecho tras el 28A. Los riesgos del mar en calma.