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La fiesta en paz

¿Ganará el 'tanmateix' o la indignación?

Hoy, las elecciones más abiertas del siglo. efe

La pregunta llega a traición: "¿Quién ha hecho la mejor campaña y cuál ha sido el mejor candidato?". Se supone que los periodistas tenemos respuesta para todo una falsedad digna del pequeño Nicolás porque de lo contrario no nos invitarían a tertulias como la celebrada el pasado martes en la centenaria institución del Círculo Mallorquín. Sin embargo, todos los miembros de la mesa Gonzalo Adán, Dani Álvarez, Xavier Bonet y el que suscribe esquivamos la respuesta. Con cinco días de demora, la cuestión me ha dado pie a reflexionar sobre el proceso electoral que hoy culmina y, de paso, intentar responder a la pregunta que hace unos días obviamos.

La campaña ha sido como las diez últimas, pero con más mogollón. La palabra nuevo es un vocablo fetiche que sirve a los publicistas para vender lo mismo de siempre. El nuevo Seat 600 o la nueva ballesta de Guillermo Tell. A estas elecciones concurren partidos que presumen de representar una novedad en el espectro político. Sin embargo, ni Podemos ni Ciutadans han aportado un mensaje que no se haya escuchado en otras convocatorias e incluso en boca de sus competidores viejos. Todo lo fían a ofrecer un producto nuevo, pero apenas enseñan una pequeña parte de la mercancía no vaya a ser que descubramos las mismas peras y manzanas con un envoltorio diferente. Los nuevos pronto darán paso a los novísimos como ya ha ocurrido con el relevo de UPyD por parte de Ciutadans porque esta es una sociedad que en menos de un año ya está, según las encuestas, amortizando a Podemos.

Si los socialistas fueran una empresa ya habrían despedido a un jefe de campaña que es incapaz de llenar el Parc de sa Riera. Cualquier buen estratega sabe que es mejor abarrotar con 150 personas un espacio con capacidad para cien, que congregar a una feligresía de 8.000 en un pabellón deportivo con capacidad para 10.000 espectadores. El mitin de Pedro Sánchez fue la gota que colmó el vaso de una penosa campaña socialista solo salvada in extremis por la actuación de Francina Armengol en el debate de IB3.

El PP ha estado en su línea. Exhibe músculo económico a base de frit i porcella repartido entre la tercera edad. Lo hace aun a riesgo de colapsar las urgencias sanitarias de Martí Sansaloni con subidas de azúcar y colesterol y desequilibrar el presupuesto. Bauzá ha echado el resto y al final se le ha notado agotado física y mentalmente.

Més también ha estado en su línea. Es decir, una buena programación, un mensaje pensado para cada día y propuestas y escenificaciones originales. Hoy se sabrá si su renuncia a exhibir cuatribarradas y optar por el verde pistacho le proporciona réditos en forma de más escaños.

Jaume Font y el Pi llevan cuatro años en campaña y, con su energía, el pobler podría seguir otros cuatro. Es una fuerza de la naturaleza política que durante los últimos quince días se ha canalizado a través de un programa ¿a quién le importan los programas? bien estructurado. Ha contado con medios y los ha utilizado correctamente.

Podemos ha demostrado capacidad de convocatoria. Ciutadans pinchó en su único mitin. Pero de estas formaciones emergentes no se espera que muestren poderío autonómico o municipal. Se ponen en brazos de sus candidatos Pablo Iglesias y Albert Rivera. ¿Que los líderes nacionales no aspiran a ningún cargo en las islas? Las dos formaciones han procurado ocultarlo en campaña y no parece que a sus votantes potenciales les importe demasiado.

Y hoy, en el día decisivo, cada partido se aferra a su idea gancho. PP y PSOE confían en que el tanmateix sea el sentimiento con el que los ciudadanos se levanten de la cama. "Tanmateix els altres són iguals" o "tanmateix no hi ha res a fer". En cambio, quienes pretenden dar la vuelta a la tortilla desean que el votante abandone las sábanas con cara crispada y gritando "se van a enterar estos de lo que soy capaz". Esta noche sabremos cuál ha sido el estado de ánimo dominante.

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