Pedro Sánchez quería que España votara mejor y los españoles le han dicho que no necesitan reválidas y han reiterado que prefieren pacto. Los resultados de las elecciones de ayer dejan, a grandes rasgos, un escenario de gobernabilidad parecido al de los comicios del 28 de abril: o el candidato socialista pacta su investidura con Unidas Podemos y los partidos nacionalistas e independentistas o alcanza un acuerdo con el Partido Popular, al estilo de la gran coalición alemana o italiana. La tercera alternativa, el bloqueo y unas nuevas elecciones, resulta casi obscena, tras el aumento de la abstención de ayer, que muestra el hartazgo de los ciudadanos.

El cansancio es especialmente preocupante en Balears, que lidera el porcentaje de abstención de todo el Estado, solo por detrás de Ceuta y Melilla, once puntos por encima de la media de abstención estatal. Respecto a los resultados electorales en las islas, se repiten las tendencias estatales con algunas diferencias reseñables. El PSOE sufre un mayor desgaste, ya que pierde uno de sus diputados, y la correlación de fuerzas, que en abril era mayoritaria para la izquierda con cinco diputados frente a dos de la derecha, se reparte ahora a partes iguales, con cuatro representantes socialistas y de Unidas Podemos, y cuatro del Partido Popular y Vox. Francina Armengol sale perdiendo en esta jugada electoral de Sánchez.

En un análisis más detallado, el cambio más significativo respecto a las elecciones de abril es el espectacular crecimiento de Vox, que duplica sus apoyos tanto a nivel nacional como en Balears, donde pasa de un porcentaje de votos del 11% al 17% y consigue su segundo diputado. La formación de ultraderecha se mantiene especialmente fuerte en Palma, lo que debería ser motivo de preocupación para el Partido Popular.

Que la principal consecuencia de la repetición electoral haya sido el auge de Vox debería ser motivo de reflexión para el candidato socialista y para el resto de partidos políticos. Que un partido que defiende postulados que atentan contra la dignidad de las mujeres o los inmigrantes, por citar algunos ejemplos, se haya convertido en la tercera fuerza política en el Congreso es preocupante y debe ponernos en alerta a todos, ya que hay determinados principios y derechos democráticos en los que no debería haber marcha atrás posible.

La otra gran novedad de estos comicios ha sido el enorme batacazo de Ciudadanos, que ha pasado de ser la gran esperanza del centro en España a convertirse en una formación casi irrelevante desde el punto de vista de la influencia política. En las islas, el partido de Albert Rivera pasa de ser la segunda fuerza política el pasado abril a la quinta. Pierde una tercera parte de sus votos y, lo más importante, a su diputado balear, Joan Mesquida. El expolítico socialista se queda fuera del Congreso y de la política estatal, en la que había adquirido una gran relevancia dentro de Ciudadanos. Otro balear, José Ramón Bauzá, contempla la derrota desde su cómodo escaño en Bruselas.

El escenario de gobernabilidad, aun con estas dos novedades sobre Vox y Ciudadanos, es similar al de abril. El PSOE pierde solo cuatro escaños a nivel estatal, aunque cabe preguntarse si no es una derrota cuando el objetivo de su candidato era aumentar representación para poder gobernar en solitario. Pedro Sánchez tiene que pactar con Pablo Iglesias y sumar apoyos de distintos partidos minoritarios (Más País, los Comuns de Cataluña, partidos nacionalistas e independentistas, entre otros) para ser investido presidente. O negociar con el popular Pablo Casado.

Francina Armengol dejó ayer claro en su primera intervención tras conocer los resultados que su apuesta es un gobierno "de izquierdas". La presidenta del Govern y del PSIB tiene pocos motivos para estar satisfecha tras los resultados de ayer, en los que su partido pierde más de 22.000 votos y uno de los tres diputados que tenía. En abril, los socialistas sacaron casi 50.000 votos a sus principales adversarios, los populares, que ahora se sitúan en una cómoda segunda posición pisándole los talones, a 11.000 votos.

Los populares se ven beneficiados de la caída de Ciudadanos y suman 22 diputados más en el Congreso. En Balears, el PP logra el segundo escaño y un meritorio 22%, lejos de los resultados de anteriores elecciones generales, pero que salvan la cara de Gabriel Company y, sobre todo, de una Margalida Prohens en alza.

Unidas Podemos mantiene su fortaleza en las islas y conserva sus dos diputados, a diferencia del resto del Estado, donde el partido de Pablo Iglesias cae de 33 a 26 escaños. Los 11.000 votos que pierde en Balears se los queda Más País, que no logra sin embargo representación en el archipiélago, obteniendo únicamente tres diputados en el Congreso.