La ultraderecha ya no empieza en los Pirineos. Spain is not different. Vox ha triunfado y se ha convertido en tercera fuerza política de España. Subidón. Por eso, y en contra de lo escrito en la primera frase de esta pieza, es simplón calificarlo solo de ultra o extrema derecha. La tarea de etiquetación es más compleja. Es un movimiento populista que ha sumado hábilmente minorías (toros, caza, machistas, conservadores sin complejos, partidarios de la custodía compartida, etc.) pero también un partido alimentado por jóvenes, por gente de zonas deprimidas, por descontentos de todo jaez, víctimas de la crisis y también y sobre todo, por una amalgama sociológica, procedente de diversos partidos políticos, que piensan que todos, todos, los partidos tradicionales son blandos con respecto a Cataluña. Es el PP

Pero es también el partido de quienes (como gentes que antes votaba a Ciudadanos) siendo liberales, moderados, sensatos y hasta llegado el momento tendentes a pactar con fuerzas de izquierdas, opinan empero que hay que cerrar TV3, aplicar el 155, tomar el mando de los Mossos y emplear policía y mano dura. Con independencia de que en Cataluña haya también, y sobre todo, un problema político, claro. Las imágenes de los disturbios en Cataluña, en bucle en las televisiones, han contribuido a la desazón de no pocos votantes que encontraban en Vox las respuestas que querían oír.

El debate, en el que nadie replicaba a Abascal, algo habrá tenido también que ver. Y está lo de la exhumación de Franco, que a lo que se ve no ha dado un solo voto al PSOE. El tiempo dirá si ese nivel de apoyo puede mantenerlo Vox con ese discurso o su futuro pasa por la modulación según los tiempos que se vivan, como en cierta medida ha pasado con el Frente Nacional francés o el movimiento de Salvini en Italia. El PP temía que, el partido que a fin de cuentas era una escisión suya, se los comiera un poco. Finalmente se ha almorzado a Ciudadanos.

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