En el último Gobierno del PP se espiaba policialmente a partidos de la oposición, a falta de determinar la implicación popular en esta truculenta operación. El partido obsesionado por el comportamiento de sus rivales no se entera de lo que sucede en su seno. Suerte de la prensa blasfema, útil al menos para notificarle a un CasadoCasado zombi que el último presidente de Madrid ha celebrado su premio de europarásito asegurado fugándose a Ciudadanos.

Ángel Garrido aportó un mínimo de decencia tras el apoyo incondicional de Rajoy a RajoyCristina CifuentesEl expresidente madrileño prefiere ser actor secundario con Ciudadanos a disfrutar de un retiro dorado en el PP. Su excusa de la migración al centro es inverosímil, visto el gamberrismo violento de Rivera en los debates. Para largarse de un partido que no se entera de nada, ni siquiera ha necesitado dar un portazo, los políticos con treinta años de militancia intentan librarse de una charla con Casado siempre que sea posible.

Garrido se ha convertido en el primer candidato de dos partidos a la vez. El segundo presidente regional en fuga tras Bauzá prefigura el éxodo masivo, si Casado no revalida el domingo su liderato de la derecha con posibilidades de Gobierno. Ni el PP cree en una victoria de su candidato. Más allá del partido en liquidación, la puñalada en vísperas de las urnas confirma la fractura entre PP y Ciudadanos.

También ofrece esperanza a quienes han apostado millones de euros, contra toda esperanza, a favor de una alianza entre Sánchez y Rivera. Mientras la actualidad prosigue a sus espaldas, los populares pillados a contrapié aseguran que la huida de Garrido es intrascendente, lo cual obliga a plantearles qué criterios sigue su confección de listas. Minimizan el duelo, en sintonía con los expertos que aseguraban que la corrupción no pasaba factura. Nadie ha dañado a la política española con la intensidad destructiva de los politólogos.