En campaña electoral, los símbolos son menos inocentes que nunca. El pasado jueves la izquierda y el centroderecha balear hacían la tradicional pegada de sus carteles electorales en distintos escenarios de Palma. Un sus de lo más anodino, sin ningún efecto sorpresa; a la hora del crepúsculo, la extrema derecha hacía lo propio a los pies de sa Feixina. Exacto, sin ningún rubor ni complejos.

Cero pósteres de candidatos, lemas... Solo dos grandes pantallas con las siglas del partido a ambos lados del atril, una esmerada iluminación y el telepredicador con el sermón aprendido. Ningún elemento de más para no desviar la atención sobre el monumento franquista de detrás, y principal protagonista del acto. Debe ser que para venir a erradicar el adoctrinamiento catalanista hacen falta toques sectarios.

"Estamos aquí para honrar la memoria de los caídos por España", se escuchó decir al oficiante, situado estratégicamente frente al altar de piedra viva a los pies del monolito erigido por Franco, para pisotear aún más a los vencidos de la guerra civil en Mallorca. En una de sus caras, sa Feixina tiene una lápida que en virtud de la ley de Memoria histórica honra por igual a todas las víctimas de la guerra civil; pero para el espectáculo se prefería el lado que conserva la enorme cruz; otro signo evidente y nada casual.

"Este monumento está siendo hoy amenazado por un gobierno de ultraizquierda y separatista que quiere borrar la historia", enervó a la masa el congregante. De haber habido hostias, quizás el mitin ya se habría confundido directamente con una misa como las que albergaba el sitio en su día. Ni Miquel Ensenyat ni Antoni Noguera se atreven hoy a pedir el voto prometiendo de nuevo que derribarán sa Feixina. ¿Se cree de verdad sus avisos de peligro el nuevo profeta de Balears, hasta ahora solo conocido por haber cobrado dinero público gracias al PP (Por cierto, este último está a rabiar al no poderse afiliar al partido de marras porque está imputado por corrupción).

Volviendo a los incumplimientos... al igual que los dos candidatos de Més, Pedro Sánchez termina la legislatura sin haber desenterrado al dictador, pero en Palma éste vuelve a campar a sus anchas, por lo que se ve.

Biel Company ha recuperado cierto vigor con la presentación de su lista autonómica. El número uno del PP no ha sorprendido a su partido con los nombres elegidos, pero hasta sus críticos le valoran los fichajes de Maria Antònia Garcia e Isabel Borrás en puestos de salida, amén del ibicenco Antoni Costa. La profesora de la UIB y exdirectiva del Mallorca, la otorrinolaringóloga, y el exdirector general de Presupuestos aportan sin duda caché a la candidatura popular. "Son gente culta, moderada, inteligente... lo que le falta al PP para volver a liderar la derecha balear, vamos", se despachaba a gusto un veterano de la formación tras el anuncio del sábado en Bellver.

Dos apuntes más, en clave PP: Company pone en tercer lugar a Antoni Fuster "porque sabe que tendrá que ceder el senador autonómico para pactar", se adelanta uno de los posibles beneficiados. Y dos, si se queda en el banquillo, el de Sant Joan confiará el grupo parlamentario a mujeres -Marga Durán, Garcia, Borrás, Núria Riera y Mabel Cabrer-, pues a ellos no se les da muy bien la oratoria. Eso si Cabrer entra, porque el décimo escaño por Mallorca el PP sabe que no lo tiene asegurado.

Como en las autonómicas de 2015, Més per Mallorca está haciendo la campaña más original y divertida por el momento. Aunque abusa demasiado exprimiendo el color de piel de su cabeza de lista, está logrando colocar su mensaje en un ambiente siempre hostil para el partido ecosoberanista, unas generales.

El mérito es de Jose -sin acento en la e, sino en la o- Ferrà, ayudado por Lluís Apesteguia y un buen equipo verde. Ambos saben que Guillem Balboa no irá a Madrid, pero mantienen la moral alta de los suyos y cogen carrerilla para el 26M. Que es lo que de verdad les importa, ante lo que viene.