Son muchas las dudas que surgen alrededor de cómo enseñar a los niños y niñas a compartir y ser solidarios. La principal reside en: ¿debemos obligarles a compartir sus cosas para que aprendan y librarles así del egoísmo? Si bien obligarles suele ser la opción más recurrente cuando les estamos enseñando a compartir, debemos preguntarnos: ¿es la mejor opción?

Imaginemos una situación hipotética: nuestro hijo está en el parque jugando con su cubo y su pala, y entonces llega otro niño que quiere hacerse con los juguetes de nuestro hijo. Nuestro peque se enfada, hace amago de ponerse a llorar y, entonces, intervenimos: “Venga, déjaselo, no seas egoísta”. Pero, ¿qué pasaría si la situación ocurriera entre adultos? Si en ese mismo parque se nos acerca alguien y nos pide que le dejemos jugar un rato con nuestro móvil, que parece divertido, ¿se lo dejaríamos? Probablemente no, porque sabemos que no “todo es de todos”, que el verdadero significado de compartir no lleva implícita la obligación de compartirlo todo. Es decir, la diferencia aquí reside en diferenciar lo que es nuestro de uso propio, lo que es nuestro pero podemos compartir, lo que es ajeno y lo que es de todos. Y esto es muy importante tenerlo en cuenta para transmitírselo a nuestros hijos e hijas en este proceso de aprender a compartir.

Enseñar a compartir u obligar: esa es la cuestión

Lo primero que tenemos que tener claro es que, como nos cuenta la pedagoga Maite Vallet, “a los niños no les resulta fácil distinguir lo que es propio de lo ajeno. Si algo les llama la atención, lo cogen como si fuera suyo, y les cuesta muchísimo prestar lo que les pertenece”.

Por tanto, tienen que aprender que cuando quieren algo, tienen que pedirlo. Y, además, el otro niño puede tener motivos para no dejarle eso que quiere, porque, como decíamos, hay muchas cosas que no son de todos, que son personales. De hecho, obligándole a compartir su juguete no fomentarás su generosidad, porque lo habrá hecho obligado, sin querer. El niño se toma eso más como un castigo, y entonces su actitud será más de resentimiento que de generosidad, estaremos provocando lo contrario a lo que queríamos.

Por esto es tan importante que les enseñemos a pedir aquello que quieren, pero, por supuesto, también tenemos que enseñarles que puede que reciban un no como respuesta y tienen que aceptarlo, porque les va a pasar muchas veces. Cuando se les niega algo y se frustran es porque “no aprendieron a aceptar nuestro no, porque no les negamos nada, porque les dimos todo lo que pedía, porque todo era de todos”.

Todo esto, como nos explica Maite Vallet, lo empiezan a aprender desde las primeras etapas de la vida. Por eso, también es importante enseñarles que, si algún día le prestan algo a alguien y no lo cuida, “se deben negar a prestárselo”. De esta manera, les enseñaremos a hacer respetar lo suyo, pero también a que deben respetar las pertenencias de los otros. “Tenemos que explicarles que todo lo que nos prestan hay que devolverlo en óptimas condiciones, sino la consecuencia debería ser que no se lo volvieran a prestar más. Esta consecuencia les ayuda a respetar los objetos ajenos y los suyos propios”, señala Maite.

¿Cómo enseñamos a compartir?

De las enseñanzas de Maite Vallet, señalamos 5 pautas fundamentales para enseñar a compartir a nuestros hijos:

  1. Respetar sus favoritos. Como hemos quedado en que no todo es de todos y que no le vamos a obligar a compartir todo, vamos a permitirle que se guarde sus juguetes favoritos. Vamos a llegar a un acuerdo con él, que no comparta su juguete o muñeco favorito y comparta el resto con los demás. Entonces, por ejemplo, a la hora de ir al parque, no llevar solo su tractor preferido, sino llevar otro juguete más que esté dispuesto a compartir.
  2. Dar ejemplo. Es importante que en casa fomentemos estos valores de generosidad, que compartamos y demos cosas materiales a los demás y que compartamos también tiempo, ideas y conversaciones. Si cuando él o ella te pide una cosa tuya, tú siempre le dices que no, no estarás favoreciendo que luego él quiera compartir con sus hermanos o con otros niños.
  3. Los beneficios de compartir. Cuando son pequeños, ellos no saben lo que es compartir. Muchas veces lo confunden con regalar o con que mientras el otro tiene su juguete, él ya no puede jugar con él. Lo que les tenemos que enseñar es que pueden jugar juntos con los juguetes o las muñecas de los dos, y que eso es más divertido que estar cada uno solo con su juguete. “Si los comparten, pueden disfrutar con quienes están compartiendo”, dice Maite.
  4. Llegar a un trato. Es importante que los niños experimenten que si ellos no dejan, los otros tampoco les van a dejar algo cuando ellos quieran. Para intentar convencerles de que compartan, podemos recurrir a la negociación. “Si tú quieres su carrito, déjale tú tu pelota”, por ejemplo.
  5. Cuidar lo de los demás como si fuera tuyo. Maite Vallet subraya que “es muy importante que les enseñemos a respetar lo que es de otros, enseñándoles que todo lo que nos prestan hay que devolverlo en óptimas condiciones. Por eso mismo, “si han dejado algo y no se lo han tratado bien, se pueden negar a volver a prestar, así les hacemos que respeten lo suyo”, explica Maite.