“Educar sin GPS” es el libro del maestro y formador de educación Ares González. A través de su experiencia como profesor, tutor y padre de tres hijos, el autor ha creado un manual de crianza que servirá de guía para madres, padres y educadores.

Su filosofía central se basa en que debemos tomar las riendas de la crianza, siendo conscientes de que no somos perfectos, pero sí somos lo que nuestros hijos más necesitan: «Céntrate en la brújula para educar y no pierdas el foco de qué es realmente importante. Dedica tiempo a lo que te apetezca, no te obsesiones porque dejarás de disfrutar. Es necesario asumir que ofreceremos a nuestros hijos una educación imperfecta. No puede ser de otra manera, tú y yo somos imperfectos».

Se trata de una visión global de la crianza que analiza los temas esenciales desde los 0 hasta los 12 años: apego seguro, límites, autonomía, pautas de sueño y alimentación, cultura familiar, valor del juego, emociones, etc. Además, cada capítulo incluye diferentes actividades que serán muy útiles para los padres.

Ares, eres maestro y formador de educación y crianza, especializado en acompañamiento respetuoso a la infancia. ¿Qué significa esto?

Acompañamiento respetuoso a la infancia significa saber cuál es el desarrollo evolutivo de los niños y niñas, y como nos ajustamos a ellos de la mejor manera posible. Conseguir un equilibrio entre las necesidades del niño y las necesidades del adulto dentro del contexto en el que estemos.

El título del libro “Educar sin GPS” nos ha parecido muy curioso y nos recuerda a esa famosa frase de “los niños vienen sin manual de instrucciones”. ¿Por qué este título?

Es una metáfora para decir que quién tiene que educar a nuestros hijos somos nosotros. Vivimos en una sociedad con muchísima información y va a haber mucha gente diciéndote cosas sobre crianza. Al final, quién tiene que tomar las riendas de la educación de tus hijos e hijas eres tú. Este libro te invita a sentarte y decidir cómo quieres educar a tus hijos. Equivócate, que no pasa nada porque nadie es perfecto, y disfrútalo.

Cada capítulo se centra en un tema clave de la educación. Uno de ellos tiene que ver con el amor y el apego seguro. ¿Por qué es tan importante que seamos un referente de apego seguro y que eduquemos desde el amor?

Creo que en la mayoría de las familias hacen un apego seguro. Sin embargo, todos en algunos momentos nos desajustamos como adultos y no estamos acompañando las necesidades de los niños y niñas. Lo que tenemos que hacer es escucharlos y entender el tempo de la infancia.

La infancia tiene su propio tempo y si no somos capaces de escuchar ese tempo, es muy difícil que los podamos acompañar. Cuando hablo del vínculo del amor, explico que es maravilloso que les demos todo lo que necesitan, pero teniendo en cuenta sus verdaderas necesidades, no solo lo que nosotros creemos como adultos.

Por ejemplo, vemos que un niño está gateando y es porque necesita explorar, pero voy yo y le cojo en brazos porque a mí me apetece. No pasa nada, pero seamos conscientes de cuál es la mejor forma de adaptarnos a la velocidad a la que viven ellos.

Muchas familias nos preguntan qué hacer cuando mi hijo se enfada y se porta mal. En uno de tus capítulos hablas de cómo establecer límites y olvidar el castigo tradicional. ¿Qué aconsejarías?

Para mí lo importante no son los límites, lo importante es que los niños tengan claro un marco de acción. Ese marco acción que nosotros establecemos está basado en lo que se puede y lo que no se puede hacer en casa, como un límite en los horarios que tenemos, en las rutinas, en los hábitos, etc. 

Esto les permite a los niños entender poco a poco una estructura, que también necesitan para vivir. Yo considero que educar son dos cosas: amor y estructura. El amor se lo damos todos los días y la estructura tenemos que configurarla con un marco de acción, como explico en mi libro. 

A veces, utilizamos el castigo y esto es una consecuencia emocional de los adultos, una reacción negativa frente a algo que ha hecho el niño. El castigo va en contra del aprendizaje y lo que tenemos que hacer, con la disciplina positiva, es buscar soluciones que le sean útiles. Los niños y niñas necesitan mínimo tres años de límites claros para poder integrar lo que están viviendo. En muchas familias tienen un marco de acción, pero uno que no está claro y hace que el niño dude o no entienda dónde están los límites.

¿Este marco de acción de cada hogar tiene que ver con el concepto de “cultura familiar”?

Sí, en cada familia se educa de una forma porque también es algo que hemos aprendido y heredado. Si vamos viviendo de forma inconsciente, nos daremos cuenta de que hay problemas y cosas que podemos cambiar y mejorar. Por eso, en este libro propongo claves y actividades para ayudar a que cada familia sepa lo que es mejor para su cultura familiar.

Otro tema que nos interesa mucho es el valor del juego en la infancia. Como profesor y tutor, ¿crees que el juego debería estar más presente en toda la formación educativa?

Exactamente. En el 5º capítulo, “Permitirles ser”, hablo de ofrecerles a los niños espacios, tiempos y posibilidades para expresarse como ellos son, no como nosotros creemos. En educación infantil suele haber espacio para el juego libre, porque el juego si no es libre no es juego, es ponerles una actividad cerrada. Cuando les proponemos una actividad, no están jugando libremente según su necesidad.

El hecho de que los niños de infantil estén muchas horas pegados a una silla es totalmente contra productivo, a todos los niveles de su desarrollo…y el gran drama se produce a partir de los seis años, cuando se elimina el juego y solo existe en el recreo. Por lo general, se nos olvida que lo más importante para los niños es jugar y que la mayoría de las cosas se resuelven a través del juego. Los grandes investigadores son los niños y las niñas. Jugando libremente es como mejoran a nivel de desarrollo evolutivo porque el juego pon el cerebro en funcionamiento todas las partes del cerebro infantil.

En el libro propones diferentes ejercicios y actividades para que los padres se tomen un tiempo de reflexión.

Sí. Estoy seguro de que, si los padres hacen los ejercicios, su vida familiar va a mejorar y a cambiar completamente, tal y como he visto en mis tutorías. Estos cambios llevan su tiempo y esfuerzo, igual que no podemos aprender inglés en 10 días, pues no podemos cambiar los hábitos de un día para otro. La propuesta que hago es que las familias vayan paso a poco paso a paso y sin agobiarse, disfrutando. El objetivo es que, cuando terminen la lectura, puedan saber en qué tema están fallando y volver a esos ejercicios para encontrar una guía.

¿Una última reflexión sobre “Educar sin GPS”?

Es un libro que me gustaría haber tenido en mis manos cuando nacieron mis hijos, y que recomiendo a todas las familias con niños de entre 0 y 12 años, pero también a los profesionales de la educación. Ofrece una visión completa de la crianza según mis experiencias tras años en las aulas y en las tutorías con los padres.

En definitiva, lo que nuestros hijos necesitan es nuestra presencia, tener a un referente que los atienda, los escuche y los acompañe. «En los errores están las mayores posibilidades de aprendizaje».