­­­­Escribía hace poco más de un año (3.3.19) en estas mismas páginas sobre la debilidad China en el artículo "China, un gigante con pies de barro". Debilidad poco percibida desde el mundo occidental, y que creo que es momento de volver a retomar en medio de la crisis del Gran Cierre.

Desde que China fue aceptada por la Organización Mundial del Comercio (WTO, por sus siglas en inglés) a finales del 2001, y entró a formar parte de los circuitos del comercio internacional, podríamos decir que el país del dragón ha exportado a placer, como y donde ha querido. Esta fiebre exportadora ha permitido a China unas tasas de crecimiento económico remarcables que se han ido moderando a partir del 2011 hasta el 6,1% del pasado año.

China afronta un menor ritmo de crecimiento, agravado con la pandemia de la Covid-19, y una nueva actitud beligerante por parte de su gran competidor EEUU, que muchos achacan a Trump pero que también defienden, quizá con un estilo diferente, los demócratas. La línea dura de la respuesta americana a la creciente importancia de China en la geopolítica global seguramente pondrá más al descubierto las debilidades internas del país asiático y que tan cuidadosamente Xi Jinping trata de dejar en la sombra. Probablemente, la rigidez del gobierno chino en llevar a cabo reformas económicas y políticas para enderezar la situación será uno de los mayores activos que EEUU tiene para debilitar económicamente a su rival.

Hemos visto, por un lado, la represión de Xi a las protestas estudiantiles de Hong Kong, este viejo enclave colonial británico forma parte de la punta de lanza tecnológica china (Greater Bay Area), y también la mayor censura mediática desde los tiempos de Mao que está llevando a cabo Xi, y por otro lado, vemos la mayor desafección de una parte de la ciudadanía china por las mentiras en la gestión de la pandemia del coronavirus. Todo ello una bomba de relojería que, sin duda, Estados Unidos maniobrará con tesón para que explote.

Probablemente, el lanzamiento hace 7 años del megaproyecto de política económica (y no solo económica) exterior de la nueva ruta de la seda donde China mandaba este mensaje al mundo (especialmente a EEUU y la Unión Europea): "dejo atrás mi política de perfil bajo y prudente para saltar al centro de la arena internacional", disparó todas las señales de alarma en el mundo occidental y empezaron a diseñarse las políticas necesarias para contrarrestar el poder chino en el mundo, siendo la más llamativa la guerra comercial iniciada por Trump hace tres años. Porque el objetivo de EEUU es el decoupling económico, es decir, reducir de manera importante las relaciones comerciales con China porque entienden que sin el acceso chino al vasto mercado americano y a sus sofisticadas últimas tecnologías podrán reducir el potencial chino en el mundo.

Esta estrategia americana hubiera tenido mucha más efectividad en 2008, cuando el principal motor del crecimiento chino eran las exportaciones (32,6% de su PIB), que ahora que su peso se ha reducido hasta el 19,5% de su PIB. Aún así, el impacto del decoupling será grande en un momento en que la economía doméstica china (otro motor económico que quería potenciar Xi) está débil y en que la formación bruta de capital fijo está en horas bajas, inversiones que para complicar aún más las cosas están financiadas por una gran burbuja de deuda, tal y como nos recuerda el profesor Minxin Pei en Foreign Affairs. Y como saben bien los americanos, por la caída de la Unión Soviética en 1991, a una economía debilitándose cada vez le es más difícil contentar a su ciudadanía, especialmente para las nuevas generaciones que no han conocido otra cosa que una economía en brutal crecimiento. Un previsible mayor desempleo y un deficiente estado del bienestar podrían acabar produciendo que la clase media se subiera al carro de la desafección en la que ya se están subiendo muchos jóvenes milenials. Porque la clase media empezará a prestar atención a datos de ineficiencia económica del modelo chino que hasta ahora sabia, pero miraba hacia otro lado porque no erosionaban su capacidad económica de clase: ¡las empresas propiedad directa, o indirecta, del gobierno consumen el 80% del crédito bancario del país para contribuir solo al 25% aproximadamente de su PIB!

Probablemente la decadencia china no será rápida y, como dije en mi anterior artículo, creo que experimentará un aterrizaje económico suave, pero si los Estados Unidos continúan con la correcta estrategia de presión a China para poner a la luz sus debilidades internas ocultas podría conseguir emerger otra vez como la única superpotencia económica del mundo. El tiempo dirá si para China el coronavirus será su particular Chernóbil.