Tan sólo aquellos que se sientan seguros ante el vacío, las críticas no les creen tensiones, les gratifique imaginar alternativas, escogerlas, rectificar como un acto de sabiduría, crean en lo más profundo de su alma que escuchar es enriquecerse, prefieren el éxito del equipo al suyo propio, su mente rebose de posibles alternativas, sosegadas por el rigor de los números y tendencias, disfruten y hagan que su alrededor todos también se ilusionen, servirán para liderar si potencian estos doce talentos.

1. El talento de hacerse entender: Es decir, de crear un clima de adhesión racional y reflexivo, de atención pero no de tensión consiguiendo que los colaboradores tengan claro lo que se espera de ellos, que no haya dudas. Para ello debe prepararse en las técnicas de comunicación y conducción de reuniones.

2. El talento de innovar: Buscando la mejora y hacer cosas nuevas que nos hagan progresar en los detalles diferenciándonos de la competencia. Entendiendo el innovar como la búsqueda constante, organizada y racional, del mejor uso de los recursos, tanto humanos como económicos, para conseguir que el cliente repita y estemos cada vez en mejores condiciones de conseguirlo.

3. El talento de tolerar el error: Si se rectifica, recupera o compensa. Cuando no se practica la tolerancia al error, cuando los empleados no perciben en el ambiente esta tolerancia, la tendencia es esconderlos, culpando de chivato a quien lo denuncia y en consecuencia será el cliente quien pague los errores. Si lo quiere evitar no se dedique a buscar culpables cual calzador furtivo. Si lo hace, le nacerán como hongos los transportistas de excusas, problemas y culpables, siendo incapaces de crear el clima de búsqueda de la mejora. Sea tolerante con los que habitualmente tienen éxito, ayúdeles a rectificar y a reflexionar sobre el error. Fomente el lema: "EXCUSAS Y CULPABLES NO, «SOLUCIONES SÍ".

4. El talento de escuchar atentamente: Es la única forma de saber lo que piensa la competencia, el cliente, el empleado y el accionista. Puede optar por oír pero no escuchar, queriendo tener razón sin averiguar si esta razón también coincide en todo o en parte con la razón del otro interlocutor; o puede optar por oír y escuchar, entendiendo por ello la reflexión de lo que su interlocutor le está diciendo para poder coincidir o no, pero siempre entendiendo y conociendo sus razones para llegar a un posible acuerdo.

5. El talento de entrenar: He preferido utilizar la palabra entrenar por lo que tiene de enseñar lo teórico y lo práctico. Sólo aquel líder que escoja el camino de enseñar en cuanto acompañar y adiestrar, de forma breve, no con sesiones maratonianas y aburridas, los conocimientos que puedan ser aplicados de forma inmediata, con continuidad, conseguirá componer un equipo coordinado, eficiente con armonía. Con objetivos comunes, y con un estilo compatible de dirigirse los unos a otros. Un equipo no se consigue por casualidad ni se encuentra en una esquina. Hace falta crearlo, es decir, entrenar a sus componentes y el líder predicando con su

ejemplo.

6. El talento de no desmotivar: He preferido utilizar esta expresión en lugar de la de motivar, porque he llegado a la conclusión de que motivar es tan complejo que su aplicación cae en el mundo de los imposibles. En cambio, concretar lo que no hay que hacer para no desmotivar es posible, si se hace de forma práctica y amena.

7. El talento de prever planes de emergencia: Para aquellos puntos críticos que no pueden fallar, porque las consecuencias son graves. Hay que saber escoger y preparar los planes que se pondrán en marcha cuando la alarma lo indique, sin improvisaciones que le llevaran al desorden.

8. El talento de la continuidad: En los esfuerzos positivos, en los detalles de calidad, en la formación, en las normas, en los éxitos, en el "pressing", porqué la enfermedad del empezar y abandonar le llevará al descrédito y al fracaso. Evite que su estilo de conducta baile al son del cha-cha-chá, un paso hacia delante y dos hacia atrás. Reflexione antes y durante. Rectifique pero no abandone sólo por falta de tiempo, ganas o debilidad.

9. El talento de cumplir los plazos: Hay que cumplir los plazos comprometidos o en cualquier caso avisar con tiempo suficiente para rectificar, o buscar apoyos. No espere que le descubran fuera de plazo. Aunque tenga sus razones, el cliente no pagará por las excusas o los culpables y menos por sus problemas. El compromiso de un plazo comporta una responsabilidad que debe estar por encima de cualquier comodidad.

10. El talento de controlar para rectificar: Son muchos los directivos que, o no controlan a tiempo real con lo que consiguen ser sorprendidos por los errores y a veces con la crisis, o controlan para cazar a los culpables, haciendo caer todo el peso de los galones de mando sobre el colaborador. Se le quitan al culpable los galones en plaza pública mediante la bronca correspondiente. Si el objetivo perseguido era desprestigiarle y que se cobije en su zona de confort, quizá era éste el método adecuado; pero así sólo conseguirá crear miedo y descontentos. Controlar significa pactar o concretar la información que desea recibir, cuándo la quiere recibir, cómo quiere que se la presenten e incluso, el tipo de análisis que desea que se efectúe, con un único objetivo, poder rectificar a tiempo real si fuese preciso. Cuando un "controller" detecta un error, debe avisar primero al interesado, para evitar que éste sea citado por su inmediato superior y acuda a la cita sin conocimiento del control. Si lo practica, acabará creando un clima de desasosiego y desconfianza hacia el control, que incitará a los controlados a esconder los errores. Lógicamente, cuando el controlado no rectifica, deberá tomar las medidas oportunas.

11. El talento de "hacer hacer" asegurando el éxito: Entendiendo que "delegar" sería justamente el título de este apartado, pero he preferido el de "hacer hacer" antes que el de "delegar" por lo que esta frase comporta en cuanto a lograr la motivación de los colaboradores y liderar el conjunto hacia el éxito.

12. El talento de pedir y dar colaboración: Cuando quien nos lidera no practica el talento de tolerar el error (punto tercero), cada departamento se cierra en sí mismo para obtener su éxito, aunque sea a costa de crear problemas al vecino. Todos están a la defensiva, nadie piensa en el cliente, sólo se sirve al jefe, nadie busca satisfacer las necesidades del cliente. Hace falta crear la mentalidad y la práctica de que todos tenemos clientes y proveedores tanto externos como internos, antes llamados departamentos. Cuando esto ocurre, surge la calidad total, es decir, el pedir y dar satisfacción a las necesidades de los clientes y empleados.

Como siempre quedo a su disposición en dbiosca@educatur.com tanto en las coincidencias como en las discrepancias.