Medio punto del PIB global es consecuencia de la política monetaria expansiva de algunos bancos centrales. Esto nos muestra la crucial importancia actual del papel de las autoridades monetarias en la actividad económica en general y en los mercados financieros en particular. Estas autoridades monetarias instrumentalizan está intervención principalmente mediante dos medidas muy conocidas. La primera es bajar los tipos de interés oficiales esperando que un dinero más barato incentive el endeudamiento y el consumo. La segunda es la QE, o "Quantitative Easing", que consiste en compras de bonos soberanos y/o corporativos no financieros por parte del banco central de turno para incrementar la base monetaria de forma indirecta y así animar la inversión de los gobiernos y empresas.

Debemos recordar que como sucedió en Japón en su caso más extremo el banco central incluso puede comprar directamente acciones de compañías cotizadas. Sin embargo, en situaciones como la actual dónde venimos abusando de estas medidas desde la Gran Recesión (crisis del 2008), hay opiniones de economistas reputados que nos alertan de la creciente inefectividad de estas dos medidas tradicionales y dan un paso más allá para entrar en terreno inexplorado poniendo sobre la mesa medidas monetarias extraordinarias como sería la del "dinero helicóptero" o "helicopter money".

Esta medida extraordinaria nos la presentó el economista y premio nobel Milton Friedman en 1969. Este académico, que lideró la escuela económica de Chicago o monetarista, defendía que las crisis económicas son básicamente crisis de liquidez, por lo cual para superarlas los bancos centrales deben inyectar liquidez al sistema. Y una manera de hacerlo muy radical, nos decía, podría ser abonar directamente dinero en las cuentas bancarias de los agentes económicos. Ello alentaría el consumo e incrementaría la confianza en la economía. Esta medida la perfeccionó para defenderla como utilizable en circunstancias extremas el ex presidente de la Fed Ben Bernnanke para rebautizarla como "helicopter Ben". Los defensores de esta medida argumentan que, a diferencia de la QE, no tendería a alimentar burbujas en el mercado de bonos y sus efectos serían más extensos en toda la economía.

A mí, particularmente, me parece que no deberíamos romper esta última frontera porque creo que sus efectos positivos quedarían minimizados por los negativos. El primero es que en ese afán de combatir la moderada inflación actual o la deflación, podríamos perder el control de la estabilidad de precios y superar ampliamente el nivel del 2%. El segundo y más peligroso es que el "dinero helicóptero" devaluaría los ahorros de las familias y podría dañar la confianza en el sistema económico. En cualquier caso, aun pareciendo una medida casi irreal es destacable que vuelva a estar en el debate económico. No lo pierdan de vista.