En las últimas semanas está calando en el ambiente el pronóstico de la llegada de una nueva crisis económica. Esta idea está alentada por un entorno que, a mi entender, está siendo demasiado alarmista. Por ello, creo que puede ser muy oportuno analizar en este artículo el último informe de octubre del Fondo Monetario Internacional (FMI). Este informe llamado "Economic Outlook" lo publica esta institución varias veces al año y nos da, entre otros muchos datos, las perspectivas de crecimiento de las economías más significativas para el año en curso y para el siguiente.

En el último informe, el mensaje del FMI es claro: rebaja hasta medio punto el crecimiento esperado de varias economías respecto a las proyecciones del anterior informe de julio. El titulo no puede ser más ilustrativo: "Desaceleración Manufacturera, Barreras al Comercio en Alza".

El crecimiento global proyectado para este año baja del 3.6% del pasado año al 3%, siendo este el ritmo más lento desde la última crisis financiera del 2008. Sin embargo, podría mejorar hasta el 3,4% en 2020. Tanto las economías emergentes como las desarrolladas experimentarán una desaceleración este año, del 4,5% del 2018 al 3,9% en las emergentes y del 2,3% del 2018 al 1,7% en las desarrolladas. Quizá lo más preocupante es que las proyecciones de desaceleración del crecimiento en Alemania son de las más evidentes, con un crecimiento estimado de solo el 0,5% para este año. Para este deterioro de la situación han contribuido de manera decisiva el alza de los aranceles y la incertidumbre de cuáles serán las nuevas normas del juego en cuanto al comercio internacional y que han frenado las inversiones hasta que no se aclare el nuevo marco. El efecto de todo ello nos ha llevado a que el crecimiento del comercio internacional en el primer semestre del 2019 sea de solo el 1%, el nivel más bajo desde 2012. Si a nivel manufacturero la situación se ha ido deteriorando, en lo que hace referencia a los servicios el tono es mucho más esperanzador porque está manteniendo su solidez.

Por otro lado, la firme reactivación de políticas monetarias expansivas por parte de los bancos centrales sigue teniendo un efecto crucial. Se estima que medio punto de la cifra de crecimiento global es consecuencia directa de estas políticas monetarias expansivas, que además se pueden seguir aplicando porque la inflación no muestra ningún tipo de presión al alza. Por consiguiente, y como vengo diciendo desde hace tiempo, la expectativa es continuar por un periodo prolongado de un entorno de tipos de interés bajos, muy bajos o incluso negativos.

Como acabamos de ver, la conclusión es que la situación económica global se está deteriorando, pero de ahí a decir que tenemos una fuerte recesión a la vuelta de la esquina hay un gran trecho.

Por ello, el nivel de confianza que muestren los diferentes agentes financieros será fundamental para el devenir de la actividad económica en los próximos meses. Esta confianza será clave porque según la "teoría de la reflexividad de Soros" (teoría que expliqué en mi columna del 16.12.2018) los agentes económicos analizan los datos macroeconómicos publicados hasta la fecha para tomar sus decisiones de inversión y en tanto que sus decisiones afectaran a la vez a estos datos económicos agregados existirá el riesgo de entrar en un bucle negativo que sí que nos acercaría a una recesión. Así, en este momento, quiero insistir de nuevo en que la situación económica global, es de moderación en el ritmo de crecimiento, pero no de recesión.