La tecnología avanza sin descanso a pasos agigantados y no todas las personas consiguen adaptarse a su ritmo. En este sentido, la sociedad tiende a pensar que son las personas mayores quienes más problemas tienen a la hora de entender estas tecnologías y de adquirirlas como un instrumento cotidiano que les facilite la vida y los mantenga informados.

Ahora bien, debemos tener en cuenta que estas personas mayores han tenido que ir adaptándose a lo largo de los años a otras tecnologías que ahora consideramos totalmente comunes, como la radio o la televisión. Por tanto, quizá ahora Internet pueda parecer un reto para ellas, pero no más de lo que en su momento lo fue el fax, por ejemplo.

Sea como sea, cuando una persona mayor usa Internet para por ejemplo adquirir un viaje online, ¿cómo le ayuda la ley más allá de las previsiones comunes? Pues bien, tanto la normativa sobre consumidores, comercio electrónico y protección de datos exigen que se facilite la comprensión de la información recogida propiamente en las tiendas online, así como en los contratos que se realicen entre la misma y los consumidores. El objetivo es que estos últimos puedan ser conscientes de las implicaciones que tiene la contratación.

Estas leyes contienen previsiones muy pensadas para facilitar el acceso a Internet y sus beneficios, como la compra online, a aquellas personas mayores que puedan tener más dificultades para por ejemplo comprender sus derechos y obligaciones como consumidor.

Por ejemplo, la normativa sobre comercio electrónico exige que los textos legales de las tiendas online sean sencillos, claros y concretos para que el usuario pueda entenderlos directamente. Asimismo, es necesario que toda la información pueda leerse desde la propia web sin tener que acudir a otras páginas o descargar documentos, sobre todo cuando hacen referencia al propio contrato de venta.

Por su parte, la normativa sobre protección de datos quiere que se pueda transmitir información jurídica mediante iconos o gráficos que se puedan entender fácilmente y resulten legibles para el usuario, más allá del puro texto.

La normativa no solo intenta que el texto legal use un lenguaje claro y visual, sino que también quiere que se utilice un tipo y tamaño de letra adecuado para todos los públicos.

Por ejemplo, la normativa sobre consumo exige que la letra de un contrato no puede ser inferior a un milímetro y medio o que la falta de contraste dificulte su lectura. De igual manera, la normativa sobre comercio electrónico tiene en cuenta que si la información legal se proporciona mediante pantallas reducidas, deberá ser accesible de forma permanente, fácil y directa desde la propia web En definitiva, la ley quiere que las personas mayores puedan disfrutar de Internet y sus enormes beneficios, por ejemplo la venta online. Por ello ha establecido requisitos que faciliten el uso seguro y legal de los servicios online. Y si bien es cierto que eso no siempre se cumple, sin duda la voluntad de facilitar la vida digital para las personas mayores está en la mente del legislador.