Hemos superado ya el Ecuador del 2019 y las subidas que han experimentado, durante este más de medio año, la mayoría de mercados de renta variable (acciones) han sido muy destacables. Hecho que no ha pasado desapercibido a ningún inversor. Otro tipo de activos como los de renta fija (bonos), el crudo o el oro, también han tenido una evolución muy positiva pero han pasado más desapercibidos. Sabemos por los manuales de economía que la relación entre, por ejemplo, el oro y las acciones, o los bonos y las acciones, es inversa. Es decir, si sube el oro bajarán las acciones o si suben los bonos bajarán las acciones. La explicación a este relación inversa entre, por ejemplo, el oro y las acciones es que cuando disminuye la actividad económica, se reduce la cifra de negocio y el beneficio de las empresas, entonces el oro se ha venido contemplando como un activo refugio ante un posible empeoramiento de la situación económica y de los mercados.

La novedad en el actual escenario de mercados es que este año no se está cumpliendo esta máxima y suben los bonos, las acciones, el oro y el crudo. ¿Por qué no se cumple esta regla? Seguramente se debe a una serie de factores. El primero es que puede ser una situación de desequilibrio temporal que acabará ajustándose en el futuro próximo. El segundo es que el flujo monetario es tan extraordinario, después de años de inyección monetaria por parte de los principales bancos centrales del mundo, que hay suficiente liquidez para mantener un flujo de compra bastante grande para empujar a los cuatro tipos de activos que hemos visto. Un tercer argumento es que, probablemente, en pleno siglo XXI ya no es válida esa máxima en la que un inversor, lo era de depósitos toda la vida, u otro inversor, lo era de acciones toda la vida. Es decir, los perfiles estaban mucho más marcados, en cambio hoy el perfil patrimonialista en el que la mayoría de inversores tienen de todo, en porcentajes ajustados a sus perfiles, se está imponiendo.

Sin embargo, si en la segunda parte del año volvieran estos tipos de activos a descorrelacionarse, veamos qué nos pueden deparar los mercados. En Estados Unidos parece que uno de los periodos más longevos de crecimiento que ha vivido podría continuar porque el banco central americano ha dado un giro en su política monetaria, pasando de ser contractiva en 2018 a expansiva en 2019, y si a ello le añadimos que en 2020 Trump aspira a ser reelegido, no creemos que arriesga en políticas económicas que puedan llevar a la recesión. Además, a pesar del largo periodo de crecimiento, no hay una presión inflacionista clara y por ello la FED (banco central americano) tiene margen para bajar tipos más de una vez si es necesario para ayudar a la economía del tío Sam.

En Europa el ritmo de crecimiento se está debilitando y aunque la guerra comercial pone todos los focos en el impacto en China y en Estados Unidos, resulta que los daños colaterales llegan hasta Alemania, donde la economía teutona, claramente orientada a la exportación, se está viendo afectada por el enrarecido clima en el comercio internacional.

Dentro del mudo emergente, India sigue siendo la apuesta a largo plazo más prometedora. No parece que China pueda sostener el ritmo de crecimiento de la última década, y además es una economía cada vez más endeudada.

Para aquel inversor o ahorrador más prudente, que se quiera alejar de los sobresaltos, en esta segunda parte del año, no incrementar más la exposición a las acciones y aumentarla en bonos puede tener todo el sentido.