—¿Cuál diría que es el principal tipo de fraude que se está cometiendo en la actualidad?

—Podríamos hablar de muchos casos comunes de fraude en la actualidad, desde el fraude en los estados financieros de las empresas, pasando por los casos de corrupción hasta llegar a esquemas más específicos como los fraudes cibernéticos, o casuísticas más concretas, como el fraude del CEO por ejemplo.

Sin embargo, resulta muy complicado obtener un dato realista debido a que hay poca transparencia por parte de las empresas. Al fin y al cabo, compartir este tipo de situaciones supone dar a conocer sus vulnerabilidades.

Hay una tipología que preocupa cada vez a más personas y son los casos de corrupción. Lo vemos en las encuestas del CIS, este suele ser un tema de preocupación general para los españoles y no sólo atañe al sector público, también a las empresas.

—¿La tipología del fraude depende del sector económico?

—La tipología de fraude difiere mucho dependiendo del sector. En el sector financiero, por ejemplo, destacan aquellos vinculados con el blanqueo de capitales o el fraude fiscal, mientras que en las empresas de distribución podríamos hablar de robo de mercancías por parte de empleados y/o clientes, o fraude de proveedores.

—¿Y qué sector empresarial diría que es el más afectado?

—El sector más afectado es quizás el financiero. Los defraudadores buscan, en general, beneficios económicos inmediatos. Aunque haya otros sectores más lucrativos, donde defraudar resulte más sencillo, la posibilidad de conseguir directamente el dinero líquido resulta más atractiva que la de hacerse con otros bienes que al final tendrán que vender.

Por tanto, el sector financiero es el que está muy expuesto. Por esta razón y por un tema regulatorio es el sector que invierte más en prevención. Los tipos de fraude son muy diversos: blanqueo de capitales, clonación de tarjetas de crédito de clientes, fraude interno de empleados, falsedad documental para obtener préstamos y luego no pagan, ...

Ahora bien, si lo medimos por número de casos, pueden aparecer otros actores interesantes, por ejemplo, en el negocio del retail, aunque su cuantía es menor, ¿cuántos robos de mercancía sufre una tienda o una cafetería al mes o al día? Comparativamente las cifras son muy distintas, pero el efecto es el mismo, si no previenes o abordas el fraude, tu negocio se puede ver seriamente comprometido.

—¿Qué sistema de seguridad debería tener, como mínimo, una empresa para prevenir los fraudes?

—No existe un único sistema que permita a una empresa prevenir cualquier tipo de fraude. Es la conjunción de diversos sistemas lo que permite mantenerlo bajo control. En algunas áreas los métodos de prevención son muy eficaces, pero en otros casos los modelos de detección suelen funcionar mejor.

Sin duda, se deben incorporar medidas preventivas, pero también es importante el contar con procesos de revisión como auditorías independientes o mecanismos de denuncia, ambos muy eficaces frente al fraude. Estadísticamente, estas dos medidas son la vía más rápida para detectar casos pero, sin políticas de prevención como la formación a los empleados, controles automáticos, o una adecuada segregación de funciones, probablemente estarás más expuesto al fraude. Es un ámbito, el de la lucha contra el fraude, que debe estar en la cultura de la empresa.

—Y lo ideal, ¿qué sería?

—Lo primero sería entender cuál es su exposición actual al fraude para canalizar la mejor defensa. Esto permite planificar la estrategia más adecuada para cada empresa en términos de coste e impacto, a corto, medio y largo plazo.

Dentro de esta estrategia, uno de los elementos fundamentales es la formación y concienciación del personal de la empresa junto al apoyo de la dirección. Una medida clave puede ser la implantación de un canal de denuncias anónimo, confidencial y sin consecuencias que permitan comunicar actuaciones consideradas poco éticas o contrarias a la ley. Es una manera de detectar posibles casos en etapas tempranas y evitar que se materialice o crezca.

¿Se aplicaría esto a una pyme?

—Por supuesto, todo lo comentado es aplicable a cualquier tipología y tamaño de empresa. Aunque existen ciertos riesgos que afectan más a grandes empresas que a pymes, ninguna está exenta de riesgo. Existen herramientas de prevención y control, que no necesariamente están ligadas a una gran empresa, sino que de forma simplificada permiten mantener el riesgo de fraude en niveles aceptables.

—¿Están las empresas cada vez más expuestas a los fraudes?

—Desde luego. Partimos de la base de que los defraudadores siempre van un paso por delante y los mecanismos, como hemos comentado, son en general reactivos.

La digitalización de la empresa y la dependencia de los sistemas informáticos concentran el riesgo en la tecnología. Esto, unido a un mundo cada vez más conectado, hacen que estemos más expuestos a riesgos de ciberseguridad, como el robo de datos o la suplantación de identidad que habitualmente se utilizan para cometer fraude.