Muy pocos han oído hablar de Francis Romano, un robusto keniano que en 2016 importó a su país natal el primer coche eléctrico que entraba en Kenia. El caso, que no pasó desaparecido en el último Foro Económico Mundial celebrado en la población suiza de Davos, ponía de manifiesto una evidente realidad: el coche eléctrico es imparable y ya está llegando a todas partes. Incluso al África subsahariana.

Más allá de héroes emprendedores que deciden cambiar su coche del trabajo por uno eléctrico en una zona en la que no existen ni puntos de carga, el coche eléctrico está viviendo una implantación con diferentes resultados en todo el mundo.

Mientras que en los países más desarrollados las ventas empiezan a dejarse ver, en continentes enteros como África, Oceanía o América del sur las ventas son testimoniales. Ya sea por el elevado coste de adquisición, el problemático sistema de recarga o la necesidad de autonomías mucho mayores, el coche eléctrico no es, a día de hoy, un vehículo para todo el mundo. Pero sí es el coche del futuro.

Pese a ello, son numerosos los analistas y expertos del sector que auguran un crecimiento exponencial e imparable para los próximos años, especialmente en Europa, Asia y América del norte. La norteamericana BCG afirmaba en su último informe global sobre el mercado de la automoción que en 2030 los coches eléctricos -en todas sus variedades- supondrán la mitad de todas las ventas del mercado mundial.

Factores como la evolución tecnológica, las regulaciones gubernamentales en materias medioambientales, y la reducción de los costes de fabricación, especialmente en lo referente a las baterías, harán que el coche eléctrico sea la opción más atractiva para millones de conductores en todo el mundo.

Sin embargo, otros analistas, como Bloomberg, afirman que esa igualdad en las ventas entre vehículos eléctricos y de combustibles fósiles todavía tardarán un poco más en llegar. En su último informe anual sobre la situación del vehículo eléctrico en el mundo, Bloomberg afirma que será en 2040 cuando la mitad -el 55% exactamente- de los coches que se vendan en el mundo serán eléctricos. Esta situación, según el mismo informe, hará que el 33% de todos los vehículos del mundo sean eléctricos.

El gran problema actual: el precio

Uno de los principales problemas con los que se encuentra en la actualidad el vehículo eléctrico para implantarse masivamente en el mercado es su elevado coste, provocado en gran medida por el precio de las baterías.

Actualmente, el precio de las baterías oscila entre 133 y 158 euros por kWh. Y solo es el precio de las células de energía. De esta forma, por ejemplo, el coste de esas células para un vehículos con una capacidad de 42 kWh sería de entre 5.500 y 6.600 €.

Las mejoras en la extracción de elementos fundamentales para la fabricación de baterías, como el litio, y la evolución de las distintas tecnologías de fabricación de las pilas, va a permitir que en 2030 el coste del kWh se sitúe entre los 60 y los 80 euros. De esta forma, esa misma batería de 42 kWh costará entre 2.500 y 3.300 euros aproximadamente.

Así pues, todo apunta a que el problema del elevado coste actual de los coches eléctricos parece que va camino de desaparecer. Al menos en lo que se refiere a su paridad con un coche equivalente de gasolina o diésel. El Electric Vehicle Outlook 2018 de Bloomberg destaca que en 2024 los eléctricos ya tendrán precios competitivos sin necesidad de subvenciones. El mismo informe pone el punto de mira en 2029, cuando los precios serán iguales ya sean con motor de combustión o eléctrico.

Eléctricos, híbridos, enchufables...

El mercado del automóvil está cambiando a pasos agigantados, sobre todo en lo que al tipo de propulsión se refiere. Si echamos la vista atrás, pocos recuerdan haber visto un coche 100% eléctrico circulando por la calle en 2012. Y no es de extrañar. Aquel año se vendieron en todo el mundo 122.000 unidades, entre híbridos y eléctricos puros según el informe New Energy Finance de Bloomberg. El pasado año el saldo se cerró con algo más de un millón de unidades vendidas, y las previsiones apuntan a que 2018 terminará con unas ventas de 1,8 millones de vehículos.

Los distinos tipos de tecnologías existentes hacen que sean varias las tipologías de vehículo que usan la energía eléctrica para impulsarse. Los más importantes son los puramente eléctricos -carecen de motor de combustión- y los híbridos enchufables, que al motor de combustión le añaden un motor eléctrico que se puede cargar mediante un enchufe o mediante el propio motor de gasolina.

En la actualidad la cuota de ventas es ampliamente superior para los coches puramente eléctricos, con un 62% de las ventas a nivel global frente al 38% de los eléctricos enchufables.

El empuje de la práctica totalidad de los fabricantes de vehículos del mundo hacia esta tecnología verde también está haciendo que cada vez sean más habituales en las carreteras. Posiblemente el miedo a las prohibiciones que están por llegar a los vehículos impulsados por combustibles fósiles, especialmente los diésel, ha hecho que gigantes como Volkswagen, Nissan, Volvo, Renault, Mercedes y muchos otros hayan puesto ya en marcha agresivos programas para ‘electrificar’ su catálogo de vehículos.

El pasado año, si alguien quería comprarse un vehículo eléctrico, podía elegir entre más de 155 diferentes modelos en todo el mundo. Analizando los proyectos anunciados por los fabricantes de automóviles, en el año 2022 los consumidores podrán elegir entre casi 290 modelos diferentes, lo que supone casi doblar el catálogo de vehículos eléctricos en tan solo cinco años.

La dura realidad de la carga eléctrica

El otro gran problema con el que se encuentra el coche eléctrico es la recarga de las baterías. No cabe duda de que en un mundo ideal todos tendríamos un aparcamiento privado en el que montar una estación de carga y enchufar nuestro vehículos eléctrico. Pero la dura realidad es que en España son muy pocos los que disponen de plaza propia de aparcamiento en la que poder instalar un punto de carga. Además, los cargadores públicos que hay repartidos por toda la geografía nacional -en Mallorca tenemos 300, la mayor densidad de todo el país-, a menudo se encuentran fuera de servicio, por lo que cargar un vehículo eléctrico es, en ocasiones, una misión imposible.

Los prolongados tiempos de carga y la falta -o más bien ausencia- de redes de carga rápidas que permitan realizar largos viajes impiden en cierta manera que muchos usuarios se planteen la compra de un eléctrico como opción real. Pero no todo está perdido. Hay esperanza...

El extraordinario caso noruego

Noruega es, sin duda, el paraíso del coche eléctrico. El país nórdico, que curiosamente obtiene el 40% de su PIB de la explotación petrolífera, presume de ser el que tiene una mayor implantación de coches eléctricos de todo el mundo.

El pasado año casi el 40% de todos los coches que se matricularen en Noruega fueron eléctricos o híbridos enchufables. El dato, espectacular a todas luces, contrasta con el pobre 0,5% de cuota de ventas del eléctrico en España.

La clave, según el informe anual de la Agencia Energética Internacional está en las exenciones fiscales de estos vehículos. Mientras en todo el mundo se pretende potenciar la venta a base de subvenciones, el gobierno noruego ha encontrado un sistema mucho más eficiente sin tener que poner una sola corona encima de la mesa.

Las exenciones fiscales que tienen los coches eléctricos en Noruega son de varios tipos, y se otorgan desde diferentes administraciones, no solo desde la nacional. El caso más paradigmático es sin duda alguna del de la pequeña isla de Finnoey, donde los usuarios de los coches eléctricos se ahorran el peaje del único túnel que conecta la isla con el continente. Haciendo el trayecto a diario, el ahorro supone casi 6.000 euros al año.

Semejante regalía ha provocado una auténtica fiebre en Finnoey, donde se encuentra la región con mayor densidad de vehículos eléctricos de todo el mundo. En Finnoey hay 87 coches eléctricos por cada 1.000 habitantes. En España hay 0,57 coches eléctricos por cada 1.000 habitantes.

La exención de impuestos a la hora de comprar un vehículo es, también, una importante razón para apostar por el vehículo eléctrico en Noruega. Un Tesla Model S cuesta, antes de impuestos, unos 66.000 €. Por su parte, un Audi A7 de gasolina, con similares características que el Tesla Model S, ronda los 34.000 €. Casi la mitad. Pero luego vienen los impuestos. Al Audi hay que añadirle 15.000 € de impuesto de venta -nuestro IVA-, 13.000 € de impuesto por emisiones de dióxido de carbono, y otros 11.500 por el peso del vehículo. Por su parte el tesla solo tiene una pequeña tasa de apenas 200 €.

Al final, el Tesla que antes de impuestos costaba unos 66.000 €, apenas se encarece en 200 más. El Audi de gasolina, que partía de un precio antes de impuestos de 34.000 €, sale a la venta con un precio final de 73.500 €. Es decir, que ya de salida, es unos 7.500 € más caro un coche de lujo de gasolina que uno de lujo eléctrico. Y luevo viene el tema del combustible...

A ese ahorro en la compra hay que añadirle que las distintas poblaciones que hay a lo largo y ancho del país potencian, en mayor o menor medida, el vehículo eléctrico con distintas exenciones. Aparcamientos, ferris, peajes, el equivalente al impuesto de circulación... No son pocas las ventajas que tiene circular en un vehículo eléctrico en Noruega, y posiblemente por ese motivo el país nórdico sea el líder mundial en ecomovilidad. Bueno, por eso y por el hecho de que su economía sea una de las más ricas del mundo. Eso también tiene algo que ver.