En 1968, mientras Steve Jobs jugueteaba con 13 años en el Hewlett-Packard Explorer Club de Palo Alto (California), unos kilómetros más allá, en la población de Mountain View, Robert Noyce y Gordon Moore fundaban la empresa tecnológica que iba a cambiar para siempre la propia historia de la humanidad gracias a unos pequeños microprocesadores: Intel.

Pese a que tal afirmación pueda parecer algo excesiva, hay que tener en cuenta que los microprocesadores no existían antes de Intel. Durante años Noyce y Moore tuvieron la clara idea de que los semiconductores iban a permitir realizar grandes avances computacionales. El tiempo y el esfuerzo les dió la razón.

La compañía se fundó originalmente en Mountain View, pero el primer microprocesador se creó en el mismo edificio en el que sigue estando establecida la sede central de Intel, en el 2200 de Mission College Blvd., en la ciudad de Santa Clara, de donde procede el nombre del campus -en la actualidad hay varios edificios-: Intel Santa Clara.

En 1970 la compañía adquirió su primera parcela de tierra -hasta entonces habían estado de alquiler-, y lo hicieron comprando un campo de perales de algo más de diez hectáreas. Durante la visita a sus instalaciones, portavoces de la compañía nos contaron cómo, en aquellos primeros años, alrededor del edificio seguía habiendo centenares de perales que proporcionaban abundante -y gratuita- fruta fresca a los empleados de la compañía.

El cuartel general de Intel fue el primero de una empresa tecnológica que se construyó en Santa Clara. Con el paso de los años otras empresas del sector como nvidia, McAfee, Marvell, FileMaker o la división norteamericana de Namco Bandai se han ido estableciendo en la agradable y soleada Santa Clara.

La ciudad, con una población de algo más de 100.000 habitantes está rodeada por otras poblaciones cuyos nombres le sonarán a los lectores más expertos en tecnología: Cupertino -Apple-, San José -PayPal, Adobe, eBay- y Sunnyvale -Yahoo, Google, NetApp-. Y además es la sede de uno de los equipos de fútbol americano más importantes de la historia de la NFL: los San Francisco 49ers.

Intel Santa Clara está compuesto por varios edificios independientes pero interconectados unos con otros, de forma que siempre se puede uno desplazar de una punta a otra del campus sin salir al exterior. Los distintos pasillos y pasarelas de cristal entre los edificios le dan cierto aire arquitectónicamente retro pero realmente funcional, especialmente en verano. Se agradecer poder caminar entre los edificios por pasarelas con aire acondicionado, evitando así los rigores del verano californiano.

El edificio principal, que recientemente ha sido mejorado con la colocación de 58 micro turbinas generadoras de electricidad, recibe el nombre de uno de sus fundadores: Robert Noyce. Para los nombres del resto de edificios, en Intel han sido mucho más prácticos, usando la abreviatura de la ciudad, Santa Clara: SC1, SC2...

La importancia de las renovables

Una de las características más llamativas de la sede central de Intel en Santa Clara es el uso intensivo que se hace de las energías renovables. Sobre todo si tenemos en cuenta que estamos hablando de un complejo que se empezó a construir hace casi medio siglo.

Tanto en el ahorro energético como en el de agua la empresa ha realizado grandes inversiones. Las leyes californianas obligan desde 2013 a una reducción del consumo de un 25%. Intel puso entonces en marcha distintos proyectos que la han llevado a recortar el consumo de agua en un 31% en el periodo 2013-2016. Entre esas medidas se encuentra el uso de agua reutilizable para refrigerar los dos grandes centros de datos que hay en su sede central. El conjunto de acciones para preservar el líquido elemento permitió que en los años 2014 y 2015 Intel ahorrara más de 600 millones de litros de agua entre los campus de Santa Clara y Folsom. En 2017 se sustituyó todo el césped por arbustos y plantas más resistentes y que requieren un menor consumo de agua para subsistir.

En la parte energética los edificios de Intel Santa Clara aprovechan al máximo las energías renovables. La instalación de 58 micro turbinas eólicas en la cubierta del edificio Robert Noyce es una de las más grandes del mundo de estas características. Además, la energía solar y la de célula de combustible son clave en el funcionamiento de unos edificios que no solo crecen con los años, sino que son cada vez más eficientes.

La compañía que transformó el mundo para siempre

Corría el año 1968 cuando Robert Noyce y Gordon Moore fundaron una pequeña empresa con una idea fija en sus cabezas: estaban seguros de que se podía construir un chip de memoria para ordenadores más pequeño y barato usando para ello tecnología de semiconductores. Y lo consiguieron.

En aquella época la tecnología de semiconductores era hasta 100 veces más cara, pero según recordaba Robert Noyce, "solo teníamos que reducir su coste por cien, y tendríamos el mercado".

Los años setenta fue una época de grandes cambios, e Intel empezó a crecer y a expandirse internacionalmente. Las innovaciones tecnológicas surgidas del edificio de Santa Clara eran tan novedosas como reconocidas mundialmente. En 1970, la compañía japonesa de calculadoras Business Computer Corp. -Busicom- encargó a Intel el diseño de un chip para sus calculadoras más avanzadas. Intel creó un procesador único hasta ese momento ya que se podía usar en diferentes dispositivos distintos sin necesidad de rediseñarlo. Tras darse cuenta de lo que habían creado, Intel tuvo que recomprar los derechos de aquel chip por 60.000 $.

En 1971 nació el primer microprocesador de Intel: el 4004. Ese nuevo chip incorporaba cuatro iguales a los fabricados para Busicom y dos más de memoria. En conjunto eran 2.300 transistores capaces de ejecutar 60.000 operaciones por segundo. Pronto llegó el 8008, con el doble de potencia... Y el resto ya es historia. Cincuenta años después, en 2018, prácticamente todo lleva un microprocesador en su interior. Y ahora, imagínese los próximos 50 años.