China es la gran fábrica mundial de la tecnología. Y Shenzhen es una de sus capitales. Pero de la gigantesca ciudad asiática no solo salen algunos de los más avanzados y deseados dispositivos tecnológicos del planeta, sino también millones de copias de esos mismos productos.

El barrio de Hua Quiang Bei es grande. Muy grande. Y por sus calles y avenidas uno encuentra centenares de pequeños mercados incrustados en enormes edificios en los que se vende de todo. Bueno, de todo siempre que sea tecnología.

Pasear por esos comercios es enfrentarse a docenas de vendedores que te intentan vender el último iPhone, el nuevo Galaxy de Samsung o el más reciente dron, que tan de moda se ha puesto. Pero hay un pequeo problema: la mayoría son falsificaciones.

Según la OCDE, China produce el 63% de las falsificaciones que se venden en todo el planeta, unas falsificaciones que luego se comercializan en Europa y Estados Unidos principalmente, sus dos principales destinos. La misma organización estima que el mercado mundial de las falsificaciones del sector tecnológico ya supone el 7% del total. Y no es precisamente el de la telefonía el más perjudicado.

Basándose en medio millón de incautaciones realizadas en todo el mundo, la OCDE ha estimado que el 24,5% de las consolas y mandos de videojuegos que se comercializan son falsas, siendo el segmento de la tecnología más afectado. Le siguen los auriculares y dispositivos de audio -19,44%- y en tercer lugar está la telefonía móvil: el 18,78% de los móviles vendidos en el planeta son imitaciones.

Y no es de extrañar. Lo que se puede ver, por ejemplo, en los mercados de Shenzhen son copias exactas de smartphones reales. Como no podía ser de otra forma, el teléfono más vendido y deseado del mundo, el iPhone, es también la estrella de ese mercado clandestino. El teléfono, su embalaje, los auriculares, las instrucciones... ¡Incluso la icónica pegatina de la manzana mordida! Absolutamente todo es una copia exacta del original. Durante mis paseos por ese paraíso de la copia tecnológica me sorprendió algo inaudito: un falso iPhone X ya estaba disponible, ¡pese a que todavía no había salido al mercado!

En algunos casos la imitación iba mucho más allá, copiando incluso la propia tienda de Apple, su distribución interior, la cartelería, la señalética, el mobiliario... Y hace falta ser experto, muy experto, para que no te den gato por iPhone.