El proceso de integración europea, a veces, más que un sueño parece una pesadilla. No me extenderé ahora a todas las crisis que ha padecido a lo largo de su existencia como la gravísima crisis de deuda de principios de década pero tras los ultimo sustos de la Grecia de Varoufakis en 2015 y del Brexit en 2016, nos enfrentamos ahora al asunto italiano. Vaya por delante que la endémica inestabilidad política italiana no es nada nuevo: Italia desde el fin de la última gran conflagración mundial ha tenido nada más ni nada menos que 67 gobiernos diferentes, a razón de uno cada año y poco, de media. En el mismo periodo el sistema parlamentario más sólido de Europa, Reino Unido, ha tenido solo 25 gobiernos.

Primero de todo no hay que perder de vista que los votantes de la actual coalición de gobierno, hastiados con el actual establishment político italiano han emitido un voto claramente anti-establishment o populista. Por otro lado la coalición de gobierno entre el populismo del Movimiento 5 Estrellas y el partido ultraconservador Liga Norte, se me antoja antinatural pero creo que ha pesado más el entendimiento ante el enemigo común de la vieja política que realmente sus programas de gobierno.

Dicho esto, y entrando ya en materia estrictamente económica, el problema para la Unión Europea, es problema en cuanto el Movimiento 5 Estrellas no ha escondido nunca su intención de celebrar un referéndum para el retorno a la añorada lira en un país donde la afección de los italianos por el euro es la más baja de los principales miembros de la zona euro, incluso en Grecia existe mayor apego al euro.

Los mercados financieros ya se han encargado de proyectar esta preocupación en el coste de la deuda italiana, que llego a tener su prima de riesgo por encima de los 300 puntos el pasado mayo, para ir mejorando posteriormente.

Algunos pueden tener la percepción que estos primeros meses del nuevo gobierno pueden tener un cierto paralelismo con los primeros de meses de Varoufakis como ministro de finanzas griego en 2015, cuando enojaba día si y día también al Eurogrupo, pero que al final su presidente, Alexis Tsipras, cedió ante Bruselas y Varoufakis dimitió. Sin embargo el paralelismo podría no ser tal ya que como ha manifestado recientemente el mismo Varoufakis: "2.6 trillones de deuda, una economía que genera superávit comercial y presupuestario (primario) no podrá ser acosada ni rescatada por los mismos métodos tóxicos aplicados a Grecia".

Economista, socio de EthicalSLM y director académico de ISEFI