China es diferente. Aunque suene a eslógan, la realidad es esa. Y como no podía ser de otra forma, el poderío económico del gigante asiático se contagia a las grandes empresas nacidas en ese país. Tal es el caso de Huawei, el mayor fabricante de equipamiento de telecomunicaciones del mundo -superó a Ericsson en 2012- y el que será uno de los principales actores del sector en los próximos años.

Lo primero que sorprende del cuartel general que Huawei tiene en la ciudad de Shenzhen, en la provincia china de Cantón, es el inconmensurable tamaño de sus instalaciones. Y es todavía más sorprendente si se tiene en cuenta que hace tan solo 30 años la compañía no era más que un piso desvencijado en un viejo edificio del centro de la ciudad.

La compañía, fundada en 1987 por un antiguo ingeniero del ejército chino con poco más de 4.500 euros, facturó el pasado año casi 75.000 millones de euros. Nacida como una fábrica de piezas telefónicas, la empresa creada por el señor Ren Zhengfei pronto se expandió al mercado de las redes de telecomunicaciones, tanto dentro como fuera de China. Posteriormente vendría la fabricación de teléfonos móviles, llegando a su cénit entre julio y septiembre de 2017, cuando se convirtió durante esos meses en el segundo fabricante mundial de móviles, superando a Apple y situándose por detrás de Samsung.

El imponente cuartel general de Huawei en Shenzhen se empezó a construir en 1998. Tras seis años de trabajo, en 2004 se inauguraban oficialmente unas instalaciones modélicas en las que a diario trabajan más de 40.000 empleados que son, curiosamente los dueños de la compañía. Y es que, pese a que Huawei tiene tres consejeros delegados rotatorios que van cambiando cada seis meses, el 99% de la compañía pertenece a los empleados, un hito del que se sienten orgullosos. La frase "A nosotros no nos controla Wall Street", dicha con orgullo y satisfacción, se oye a menudo por los pasillos del campus, especialmente cuando un periodista occidental pasea por allí.

El Huawei Campus tiene una superficie de dos kilómetros cuadrados -la cuarta parte de todo el municipio de Búger- y está dividido en diez secciones claramente diferenciadas. Y no solo son fáciles de identificar por la cartelería -en chino e inglés-, sino también por los diferentes estilos arquitectónicos, muy distintos entre sí.

El majestuoso edificio principal, junto con el circular centro de formación adyacente, son posiblemente los elementos más llamativos de todo el complejo. Al menos es lo que más te llama la atención cuando te encuentras a sus pies. Pero lo cierto es que no es más que la punta de un iceberg arquitectónico repleto de edificios a cual más bello y funcional.

Un complejo inabarcable

Un complejo inabarcable

En el campus de Huawei todo es grande. Muy grande. Y si cometes el error de querer desplazarte caminando de un lugar a otro, el calor, la humedad extrema y las largas distancias consiguen que termines en alguno de los restaurantes o supermercados que hay repartidos por el complejo en busca de un buen refrigerio.

Así, por ejemplo, uno se encuentra con que el edificio administrativo, donde se sitúan los departamentos de recursos humanos, financiero y los equipos de ventas, tiene una superficie de más de 164.ooo metros cuadrados. Para hacernos una idea, eso equivale a multiplicar por más de tres el edificio de El Corte Inglés de las Avenidas.

El impresionante centro de producción, construido en 1999 y cuyo diseño ha sido galardonado por la Academia China de las Ciencias, alberga en su interior los departamentos de ingeniería y control de la cadena de suministros. Anexo a este edificio se encuentra el centro de logística, que sirve de depósito central y que almacena gran parte de los materiales necesarios por el sistema de producción de la compañía. En este edificio se realiza la monitorización en tiempo real de todas las entregas de materiales, controlando en todo momento el inventario de una forma tan eficiente que parece increíble.

El edificio del centro de datos es posiblemente el lugar más protegido de todo el Campus Huawei. En los 16.000 metros cuadrados de las instalaciones se encuentra el corazón de una compañía con más de 180.000 empleados en todo el mundo, 76.000 de los cuales están empleados en alguno de los 21 centros de I+D que la compañía tiene repartidos por países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Finlandia, India, Rusia, Israel o Turquía. Todos los datos globales de la compañía son almacenados y protegidos en este singular edificio desde el que también se monitoriza el sistema global de telecomunicaciones y redes de la empresa. Este sistema de control en tiempo real permite una rápida respuesta en el caso de que surja alguna incidencia en cualquier punto del planeta. Conviene recordar que Huawei es uno de los principales fabricantes de equipamiento de redes y semiconductores del mundo, y por ello necesita tener un control exacto de todas las infraestructuras instaladas a lo largo y ancho del globo. Desde el centro de datos se puede tener acceso a componentes instalados en más de 170 países de todo el planeta.

Solución al problema de la vivienda

Shenzhen es una de las ciudades más caras de China para vivir. Pese a que los sueldos de los trabajadores de Huawei son de los más altos que se pueden tener en la zona -20.000 yuanes de media según pudimos saber-, los alquileres son realmente altos, pudiendo alcanzar entre 7.000 y 10.000 yuanes por un pequeño estudio. La compra de una vivienda es totalmente prohibitiva: el metro cuadrado está en torno a los 70.000 yuanes -9.000 euros-.

Debido a esta problemática, una zona del campus está destinada al alojamiento de parte de los empleados de la compañía. El Jardín Bai Cao es el área residencial de Huawei. A lo largo y ancho de 105.000 metros cuadrados se extienden diez edificios residenciales con un marcado estilo europeo.

Repleto de zonas verdes, jardines, instalaciones deportivas y todos los servicios necesarios para vivir, esta ciudad en miniatura tiene 3.063 habitaciones perfectamente equipadas en las que se alojan otros tantos empleados de la compañía a unos precios mucho más asequibles que los que se encuentran en el mercado inmobiliario exterior.

Restaurantes occidentales -en el interior del Campus Huawei hay un Kentucky Fried Chicken-, supermercados, clínicas, e incluso servicios de lavandería complementan un área residencial exclusiva para empleados que demuestra que todo lo que se hace en China es diferente. Diferente y sorprendente.

Cuando la formación es la clave del éxito

El 9 de junio de 2005 la compañía inauguró uno de sus proyectos más ambiciosos y que, con el paso del tiempo, se ha convertido en uno de los de mayor éxito: su propia 'universidad'.

Si bien es cierto que, pese al nombre, no es una universidad al uso, las impresionantes instalaciones formativas que Huawei tiene cerca de su sede central son clave en el desarrollo y formación tanto de sus trabajadores como de los clientes.

Con 150.000 metros cuadrados de superficie, los edificios del campus ocupan 90.000 del total. El 85% de los 60.000 restantes son zonas arboladas y ajardinadas, lo que permite que la formación se pueda desarrollar no solo en aulas cerradas, sino también en cualquiera de los múltiples espacios abiertos destinados a tal fin. Una de las cosas que más llaman la atención de este centro de formación es el hecho de que, pese a ser un lugar enfocado hacia el aprendizaje y desarrollo de nuevas tecnologías, está construido con un estilo en parte tradicional, algo que se aprecia claramente en los tejados de los edificios.

La Universidad Huawei está formada por cuatro edificios principales que albergan 112 aulas formativas perfectamente equipadas con la más avanzada tecnología. Los diferentes espacios multidisciplinares repartidos por los edificios permiten a los 2.000 estudiantes que asisten cada curso al campus disfrutar de momentos de descanso o de tertulia.

El profesorado está compuesto por 440 empleados de la compañía que están específicamente especializados en formar a futuros trabajadores de la firma. Desde su fundación han pasado por las aulas más de 200.000 empleados, unas aulas en las que a uno le entran ganas de volver a estudiar y que, debido al éxito, ha llevado a la compañía a extender el modelo a otros dos campus en China y a 28 centros de formación regionales en otros países.

Tras visitar ese campus y ver los resultados obtenidos uno se pregunta por qué las empresas tecnológicas europeas no copian el modelo de formación continuada china.