¿Qué es la 'Industria 4.0'?

Es como denominamos a la cuarta revolución industrial de un modo más moderno. Lo utilizaron los alemanes en 2010, pero no fue hasta hace bien poco que se ha aceptado qué representa, qué límites tiene y a partir de qué podemos establecer que estamos viviendo dicha revolución. Digamos que en el ámbito más de fabricación, la 'Industria 4.0' tiene que ver con procesos productivos interconectados mediante el 'Internet de las Cosas' y generando una infinita cantidad de datos desestructurados que pueden utilizarse para mejorar la eficiencia y la calidad. Eso no es más que la digitalización de esos procesos industriales a partir de la implicación de la inteligencia artificial para optimizar recursos. Si miramos con detalle esto que acabo de decir veremos que tanto en el ámbito de los datos como en el de la inteligencia artificial la deriva que toma todo escapa de la propia industria y se expande por los servicios de todo tipo. Digamos que la industria 4.0 exige una transformación digital previa.

¿Nos hemos saltado la 3.0?

No. La tercera revolución industrial, que nunca se le llamó industria 3.0, tuvo lugar durante los años 60 y 70 del siglo pasado y se desarrolló especialmente en el ámbito de la electrónica. Antes de esa hubo dos, la primera a finales del XVIII y principios del XIX cuando una máquina de vapor entró en las factorías del sur de Londres y se puso a modificar de manera definitiva la producción textil. Después vino la segunda, la de la cadena de montaje y la propia electricidad. Las revoluciones industriales siempre surgen de una disrupción tecnológica, luego provocan cambios estructurales a nivel social. Y político incluso. La nuestra, la 4.0, todavía está en fase embrionaria aunque nos parezca que han pasado muchas cosas. Lo mejor, espero, aun está por llegar.

¿Qué importancia tiene el outsourcing en esa industria 4.0?

Si la industria 4.0 consiste en la introducción de las tecnologías digitales en la industria para generar una fabricación avanzada e inteligente parece que las oportunidades en materia de outsourcing son inmensas. A través de los servicios de subcontratación, las empresas industriales pueden aumentar su competitividad, externalizando diversas actividades en equipos expertos que sepan o puedan establecer elementos de valor añadido en cualquier parte de la cadena. Por poner un ejemplo, todas las empresas no tienen por qué interpretar el modo en el que se obtienen los datos masivos que el contacto con el cliente genera. Solo debe leerlos, y leerlos de un modo comprensible. Eso lo tiene que hacer quien realmente ha investigado y analizado este tipo de servicios. Los servicios de outsourcing pueden ayudar a las compañías industriales a buscar nuevas estrategias, entender cómo transformar su negocio y crear un modelo de operaciones que integre las nuevas tecnologías de la información y comunicación. Existe un espacio en el que mi propia empresa estimula ese outsourcing y es en la reingeniería de procesos, en la reinvención de una empresa y su modelo de producción. También, durante el acompañamiento en la transformación digital de una compañía, el outsourcing, como te digo hago yo mismo, permite cometer menos errores, ser mucho más eficientes y formar a los cuadros en ese punto vital.

Hablando de empresas, ¿estamos ante la disyuntiva de digitalización o desaparición?

Digitalizarse ya no es suficiente. De hecho no es lo mismo digitalizarse que transformarse digitalmente. Lo primero es factible de hacerse con inversión, incorporando tecnología y es relativamente fácil. Transformarse es otra cosa. Es el hecho de que a partir de esa tecnología aportada modifiquemos sustancialmente cosas. Mejoremos, hagamos eficiente nuestra empresa. Transformarse digitalmente debe surgir de una nueva cultura empresarial que comprenda la transparencia, la colaboración, las bondades del uso de esa tecnología, debe además ser capaz de colocar al cliente en el centro de la cadena de valor de nuestra oferta y no que el producto sea el motivo. Además los procesos deben aportarnos datos, modelos capaces de modificarse en base al estudio de esos datos masivos que emitimos y, finalmente, la transformación digital genera nuevos modelos de negocio. Si en nuestra estructura productiva hay algo digitalizable, al final será digital. Si tu empresa no da estos pasos, y lo hace relativamente rápido, puede estancarse e incluso desaparecer. Sí. Le ha pasado a grandes empresas que no entendieron o no vieron la que se avecinaba.

¿Están entonces todas las empresas en ese peligro de desaparición?

Creo que en todos los casos. Mira un ejemplo curioso. En la SuperBowl de hace dos años, durante la actuación musical del descanso del partido, en lugar de fuegos artificiales, cuando Lady Gaga estaba cantando, centenares de drones iluminaron el cielo sustituyendo a las luces que provoca la pirotecnia. ¿Qué crees que estaba pensando en ese momento el propietario de la empresa de fuegos artificiales del año anterior? Pues eso, que ahora se explicaba el motivo por el que no le llamaron.

¿Y si hablamos de personas, de puestos de trabajo?

Las personas son la clave. La tecnología por sí misma no es un agente de cambio tan profundo. El uso que hacemos sí. Recuerda que la tecnología es el 'cómo' y las personas somos el 'por qué'. La clave es tener habilidades nuevas que enlacen realmente con lo que un mundo digital exige. Incluso deberemos entender que nuestro modelo de empleo y las relaciones que tenemos con ese concepto van a cambiar pronto.

En los últimos tiempos se está hablando mucho del papel de la robótica en la industria. ¿Dónde van a quedar los humanos en esa transformación?

Tu empleo no te lo va a quitar un robot. Te lo va a quitar una persona que se lleve mejor que tú con un robot.

¿Pero qué pasaría con los humanos si acabaran trabajando solo los robots?

Eso no pasará. Se modificará nuestra relación con el trabajo, con el tiempo que dedicamos a trabajar. Iremos a la oficina, a la fábrica, al hotel, a aprender cosas para luego decirle a nuestro robot 'ayudante' o software de apoyo, que haga su trabajo mejor. Muchas de las cosas que no se consideraban un trabajo hace unos años ahora son empleo. Y duro. Cosas que ahora no consideramos trabajo, lo serán en el futuro próximo. El reto está en que las administraciones empiecen a pensar cómo avanzamos hacia una transición complicada de este escenario al siguiente. Hay países que ya lo están haciendo. Colaboro con un programa de la Unión Europea 2020 que lo está analizando. Lamentablemente nuestro país se está descolgando en ese análisis.

¿Cómo afectará toda esta situación a la industria turística?

El problema de la industria turística es que todo le va relativamente bien. Es difícil ponerse a cambiar cuando todo va bien, y precisamente es cuando más se debería de analizar el futuro inmediato. La transformación digital en el sector turístico va mucho más allá de digitalizar procesos o uso de datos. Para un cliente del sector, hace unos meses, logramos experimentar qué significa realmente la transformación digital. No te lo voy a desvelar, pero trataba de crear un nuevo modelo de negocio no turístico que aportaba valor al hotel, le significaba una publicidad familiar inédita y además con un coste muy reducido lograba usar una tecnología nunca utilizada por el sector. Fue fascinante, y es un éxito actualmente.

¿Y cómo afectan esos cambios fuera de lo propiamente económico?

Totalmente. Estamos creando un nuevo mundo. Un mundo que todavía vive desequilibrios graves y que la cuarta revolución industrial, como hicieron otras, trabaja en reducirlos. El problema es que estamos en los primeros pasos, es complicado saber cómo va a afrontarlo cada país, cada generación, cada interesado. Yo confío en que la tecnología, los robots, nos van a hacer mucho más humanos a fin de cuentas. Vamos a tener más tiempo para hacer cosas humanas y los robots se encargarán de aquellas cosas que no son para nosotros. Espero.