El Bitcoin se ha convertido en tema de actualidad y seguro que ocupará muchas portadas durante el año. Todo el mundo habla de ello pero pocos tienen claro que es exactamente. El propósito de este artículo es explicar de manera sencilla que es, y sobretodo, cuáles son sus riesgos.

El Bitcoin es una criptomoneda creada en 2009. Y decimos criptomoneda porque es una moneda digital, no es una moneda física al uso. Los inversores y tenederos de esta moneda la compran y se deposita en una cartera digital a la que pueden acceder con unas claves. A diferencia de una moneda tradicional, detrás del Bitcoin no hay ningún Banco Central que pueda aplicar una política monetaria para incidir en su valor y regular su buen uso. Ningún Banco Central puede incrementar ni reducir el número de esta moneda en circulación que está fijado en 21 Millones de bitcoins. Los bancos tradicionales tampoco tienen ninguna competencia sobre estas monedas. Es una moneda descentralizada en la que los inversores la compran y la venden a través de unas plataformas digitales. Sin embargo, la descentralización también produce un considerable arbitraje, es decir, podemos tener tantos precios como plataformas transaccionan el Bitcoin. Para realizar estas transacciones, unos agentes especializados llamados mineros, intervienen para poner en contacto la oferta y la demanda. Para cada transacción se utiliza una compleja cadena de bloques que hace segura cada transacción.

Tras los primeros años en que no hubo demasiado apetito por esta moneda, su valor empezó a despegar el pasado año, ¡con una revalorización total en 2017 de más del 1.300%! Es decir, quien comprara €10.000 euros el 1 de enero del pasado año tendría €140.000 el 31 de diciembre. Viendo estas cifras es lógico que la codicia espolee la atención de la población por este activo, y se lancen en tromba a comprarla, y es aquí donde me gustaría comentar a continuación algunas reflexiones centradas más en los riesgos que en las virtudes de esta criptodivisa.

No perdamos nunca de vista que el Bitcoin no tiene ningún Banco Central ni supervisor detrás. Dicho de otro modo, si se produce algún perjuicio económico para uno de sus inversores no podremos acudir a ninguna instancia superior para denunciar la situación. Si alguna de las plataformas que custodian la criptomonneda desaparece no hay donde reclamar. Sencillamente se pierde toda la cartera digital. De hecho, ya en 2014, se produjo el colapso de la mayor plataforma de Bitcoin del mundo del momento después que fuera hackeada y se robaran más de 650.000 bticoins. Los 24.000 clientes afectados aún no han recuperado ni un céntimo de euro.

Un Banco Central no podrá interceder de ningún modo en el mercado de esta criptodivsa para defenderla ante ataques especulativos. Desde finales del pasado año ya se pueden comprar y vender productos complejos como los derivados financieros con el Bitcoin como subyacente en los mercados de futuros americanos. Esto significa que inversores institucionales con muchísimo capital pueden apostar al alza comprando futuros del Bitcoin o a la baja vendiendo futuros del Bitcoin incidiendo claramente en el precio de la criptodivisa. Por ello, los apasionados del Bitcoin, que ven en estos futuros la puesta de largo de la criptodivisa y por tanto de su mayor seguridad, creo que se equivocan, porque precisamente desde el momento que hay futuros, estará más indefensa ante ataques (venta de futuros) de los grandes inversores institucionales.

En definitiva, es muy difícil saber cuál será el futuro de esta moneda y aunque algunas voces reputadas creen que el Bitcoin ha llegado para quedarse, a mi entender el futuro dependerá mucho de cómo se ira regulando en los principales países, porque sin duda la regulación se va a ir estableciendo. Pero de lo que no hay ninguna duda es que es un activo -digital- apto solo para los inversores más especulativos por los riesgos que conlleva, solo algunos de ellos comentados más arriba.