Un sofisticado neumático de competición apenas se parece a aquel tronco que sirvió para hacer rodar por primera vez algo pesado. Pero la función es la misma. De por medio hay una evolución que ha requerido esfuerzos, riesgos, incomprensión, inversión y muchos fallos e ideas descartadas que son la fuente de lo que hoy disfrutamos.

Esos cambios cabe atribuirlos a un liderazgo que es esencial en la empresa: el transformacional -Bass y Avolio, 1977-. Este afecta a todas las áreas, desde el modelo de negocio, sistemas y tecnología, el esquema productivo, el producto, las relaciones humanas y con el entorno y la comercialización. Es el motor de cambio necesario en entornos VUCA -volátiles, inciertos, complejos y ambiguos-.

Una vez que la empresa alcanza el punto de madurez en un cierto producto o en el modelo de negocio se requiere de otro estilo de liderazgo, el transaccional, capaz de repetir una y otra vez un mismo proceso sin errores garantizando la calidad y el control de costes.

En una situación ideal, ambos estilos deben estar presentes y colaborar. El primero nutre a la empresa y al mercado de valor en innovación y mejora de la calidad de vida, tanto de clientes, como de empleados, como en aspectos tan importantes como el medioambiente. El segundo permite optimizar y hacer sostenible la actividad de la empresa asegurando además que un producto que satisface necesidades llega a quien lo precisa con todas las garantías al tiempo que beneficia a sus accionistas. Para ello es consciente de su impacto en la sociedad y ayuda a cuidarla.

Fuera de estos esquemas hallaremos otros perfiles depredadores, amigos del laissez faire o inconscientes. Permitidme que no los considere "liderazgo" aunque acumulen premios interesados por su dimensión o capacidad de cabildeo.

Un obstáculo frecuente para el cambio lo constituyen los líderes transaccionales que para mantenerse en el puesto necesitan inercia: el cambio es una amenaza para ellos.

Llegado a este punto soltaré una afirmación que puede molestar a muchos porque resulta que estudios científicos demuestran que existe una mayor capacitación para el liderazgo transformacional en la mujer. Es decir, las empresas que quieran sobrevivir o mejorar en contexto VUCA deberían contar con mujeres líderes. Los techos de cristal no solo pueden romperse, sino que es inteligente romperlos.

Puede que para muchos altos ejecutivos que frenan el acceso de la mujer a la dirección seguir empujando piedras sobre troncos fuera lo más coherente.

* Presidente de la Asociación Balear de Corredores de Seguros