Tener o no tener razón, esa es la cuestión

Cuantas reuniones, conversaciones, comidas, encuentros las hemos prolongado a niveles inimaginables por el mero hecho de imponer, o hacer prevalecer nuestra razón por encima de la de los demás. Todos sabemos lo que sentimos cuando, después de uno de estos debates, más o menos acalorados dependiendo del tema a debatir, todos los implicados en dicha conversación toman conciencia de que la razón era nuestra, os diré que esto es un tema de egos, de percepciones, de vivencias y de creencias.

A nivel filosófico, la razón no es más que la capacidad humana para cuestionar, reconocer, comprobar conceptos, debatirlos o introducir nuevas variables sobre algo que ya se domina.

Vivimos, cada vez más, debates sobre el blanco y el negro, sobre los buenos o los malos, sobre lo peor y lo mejor… Lo vemos casi cada día en los diferentes medios de comunicación, sin partir de la esencia de que todo lo que percibimos queda matizado por nuestras experiencias, por nuestras creencias, e incluso por la necesidad o no de engañar a nuestros sentidos o a nuestros sentimientos.

Cada vez me gusta leer, y estudiar sobre el funcionamiento del cerebro, entender el porqué de nuestras diferentes formas de percibir las cosas ante los mismos estímulos… y esto también lo vivimos en el mundo de las empresas y de las organizaciones.

El error es —siempre desde mi punto de vista— querer tener la razón, deberíamos comenzar todos por la intención de no tenerla, aquí es justamente lo que nos da la capacidad de abrirnos a nuevos puntos de vista, de otras percepciones, o simplemente de poder entender lo que otros piensan desde su lugar, en definitiva, el poder empatizar.

A veces comienzo a hablar de esto lanzando una pregunta tan simple como "¿hace frío?", unos me dicen que se muere de frío, otros que están bien, algunos intentan razonar su argumento, pero muy pocos me dicen o hablan de la temperatura, que es el único dato objetivo que manejaríamos. En el mundo en el que yo me muevo, tener la razón no es más que pensar que existe una calidad estándar para todos iguales, que lo que es bueno para uno es bueno para todos, que lo que le gusta a unos les gusta a todos, y que todos deberíamos estar bien a 20º si el termómetro lo marca porque simplemente es así. Discutir sobre datos objetivos no es la cuestión, pero imponer o querer tener la razón sobre datos, o interpretaciones subjetivas es totalmente un error.

¿Quién tiene la razón entonces? Yo solo os invito a que la próxima vez que entréis en una discusión con alguien por quien tiene la razón, pensemos en que pueden existir diferentes percepciones de la realidad, una por cada uno de los presentes, se trata, solamente, de entender y aceptar que se pueden ver las cosas de forma diferente.