Solastagia

Fausto Oviedo Subías

Fausto Oviedo Subías

En un mundo en guerra permanente, cada vez más polarizado y con una clara tendencia hacia la digitalización y la robótica, sobrecoge que para la mayoría de la sociedad, en especial para los jóvenes, el mayor problema que oprime y preocupa a los ciudadanos con tanta intensidad, como para convertirse en el origen patológico de una nueva enfermedad científicamente reconocida, sea la emergencia climática.

Debo reconocerles que cuando me inicié en el mundo paralelo y cuasi subversivo de las energías renovables, hace ya un cuarto de siglo, las razones que me impulsaron a tan arriesgada cruzada eran principalmente cuestiones como: la dependencia energética exterior y la democratización de la energía, cuestiones por desgracia todavía vigentes e interesadamente acalladas.

En mi descargo debo señalar que hasta el año 1994 y a través de la Convención Marco sobre Cambio Climático no se reconoció formal y globalmente este grave problema, además esta Declaración contenía un mero diagnóstico estadístico sobre la cuestión climática, pero carecía de lo más esencial para su solución global que no llegaría prácticamente hasta el año 2016, a través de los Acuerdos de París que es cuando podemos entender se inicia realmente la “lucha mundial contra el Cambio Climático”.

Según los estudios conjuntos de distintos organismos internacionales, la década 2011-2020 ha sido la más cálida registrada de toda nuestra Historia, determinando que se debe inequívocamente a causas directas de la acción humana y en particular del sector energético, causante del 75% de las emisiones GEI.

Frente a esta verdad irrefutable, y a pesar de los sempiternos negacionistas, se produce el primer y más absoluto consenso mundial para la sustitución urgente de las centrales de producción eléctrica mediante combustibles fósiles por la implantación masiva y acelerada de las energías renovables a fin de tratar de alcanzar para el 2050 lo que se denomina objetivo de emisiones netas cero conforme a los acuerdos de las Naciones Unidas en su Programa Acción por el Clima. En tan solo cinco años la lucha contra el cambio climático deriva en una nueva realidad internacionalmente declarada y reconocida: la Emergencia Climática.

A pesar de estas pomposas declaraciones universales y tal y como puse de relieve en mi artículo “La encrucijada (in)sostenible”, los jóvenes se han percatado de la involución que se está produciendo en la defensa y salvación de “su” planeta y de la ralentización que está sufriendo la implantación de las nuevas energías y también y de forma más elocuente de la inexistencia a día de hoy de las infraestructuras esenciales para su capilaridad hacia la movilidad sostenible como son por ejemplo las electrolineras cuya absoluta ausencia ha devastado la comercialización de los vehículos eléctricos.

Recientemente, un joven activista climático (a quien dedico este artículo) me preguntó "Siendo como son la única solución a la destrucción ambiental del planeta… ¿Cómo es posible que la prensa local recoja constantemente artículos críticos contra las renovables y no dedique una sola página mensual a la Emergencia Climática, ni a los numerosos, estrictos y objetivos estudios científicos realizados sobre esta materia por nuestra Universidad?”. No supe qué contestarle.

Lo que sí puedo informarles a todos Uds. es que el último Estudio del Pacto Mundial ha declarado que: “el Cambio Climático es el riesgo más grave y que con más urgencia debe resolver la Humanidad para su propia supervivencia”.

Solastalgia: estado de melancolía, depresión o pánico por temor a la destrucción de nuestro hábitat (Glenn Albrecht). Concepto estrechamente vinculado al de Ecoansiedad trastorno psicológico reconocido oficialmente por la American Psychology Association.

Les deseo a todos Uds. un feliz ECO2023.