El mallorquín Valeriano Weyler y Nicolau, lo fue todo en el mundo castrense de finales del s. XIX. Gobernador de Filipinas y Cuba (ambas se perdieron para siempre), Capitán General de Canarias, Ministro de la Guerra, Ministro de la Marina, Jefe del Estado Mayor Central del Ejército… Si hoy tecleamos su nombre en Google, además de un grupo de restauración, una plaza y una joyería, aparece una entrada a Wikipedia donde encontraremos una foto del prohombre con más medallas que Nelson y más abalorios que un árbol de Navidad.

Como muchos de los grandes genios militares, Weyler era un hombre de escasa estatura, apenas 1,52 cmts., gran amigo y colega del Rey Alfonso XIII y un auténtico experto en la guerra en entornos tropicales. En una generación de generales formados en la guerra africana, él era básicamente un “antillano”. Como acostumbraba a referir el financiero Joan March, dame recios hombres mallorquines, se doblan como juncos, pero no se quiebran jamás.

Weyler tomó posesión del cargo de Gobernador de Cuba en febrero de 1986 y aunque tuvo algunos éxitos durante su mandato, como la caída en combate del líder independentista Antonio Maceo, pronto cayó en la cuenta de que solo podía defenderse en núcleos poblacionales y grandes ciudades y lanzó la infame política de Reconcentración. Básicamente, inventó los campos de concentración. Este hecho y las terribles consecuencias que acarreó fueron el pretexto ideal para que los magnates de la comunicación yankys William Randolph Hearst, Pulitzer y sus secuaces, reclamaran la independencia de Cuba y a la postre la consiguieran en el año 1898.

Años más tarde y en idéntica latitud, pioneros mallorquines y muy mallorquines que nunca dan puntada sin hilo, sofisticaron lo aprendido de Weyler e inventaron la modalidad turística del “todo incluido”. Un campo de concentración moderno, sutil y si me apuran antinatural, en el que los reclusos entran por voluntad propia y tratan de relacionarse lo menos posible con los nativos de la región. Se trata de ocupar un espacio privilegiado, asegurarlo con los más sofisticados y eficaces sistemas de seguridad, apropiarse de sus recursos naturales y de sus playas y garantizar en todo momento que el consumo de todos los productos, experiencias, excursiones, bodas, prácticas deportivas, eventos, gastronomía… se produzcan de puertas adentro, minimizando al máximo el volumen de negocio extramuros y potenciando un sistema transaccional excluyente con el mercado local.

Este modelo, completamente anacrónico y colonialista, se trató de aplicar durante años en nuestra tierra, pero la suma de factores como la presión popular y empresarial, la imposibilidad de disponer de playas en propiedad, un acceso más equilibrado a los recursos y que no estuviéramos gobernados como una república bananera (aunque a menudo lo parezca), hizo que se desistiera de la idea y los esfuerzos se concentraran en perpetuar un modelo de negocio 100% hotelero y no basado en otro tipo de emergentes iniciativas.

Hoy Mallorca y en extensión todas las islas, disfrutan de una oferta complementaria variada y excepcional. La aparición de modelos de nueva economía aplicados al sector del turismo han contribuido decididamente a la mejora en parámetros de calidad, variedad y exclusividad inimaginables hace apenas una década. El alquiler vacacional, tan demonizado por el sector hotelero tradicional (aunque sean ellos mismos los grandes tenedores de viviendas destinadas a esta actividad), ha democratizado la distribución de los ingresos, permitido el desarrollo y despegue económico de zonas de interior antes depauperadas y la aparición de nuevos modelos de negocio de nicho muy alejados del concepto de turista estabulado.

Atrás han quedado los tiempos en que los turistas venían empaquetados en viajes organizados charter+autocar+semana todo incluido+Valldemossa-Deià-Sóller+parada en Can Gordiola y comida en Cal Dimoni. Hoy (gracias a Diós, Alá, Buda, Shiva, Florentino, Google y AirB&B), los visitantes vienen por su cuenta, se alojan donde les da la gana (hoteles, Agros, Viviendas Vacacionales o casas de amigos), comen donde su instinto o una eficaz campaña de marketing digital les conduce, ya sea en la zona más cosmopolita de la costa o en el rincón más escondido de una localidad de interior, visitan nuestras bodegas, conocen nuestra artesanía y tradiciones, alquilan llaüts (espero que eléctricos y sostenibles) para recorrer y conocer nuestras costas y disfrutan de la isla como un todo en su conjunto.

Ya solo nos queda saber como gestionar las invasiones bárbaras en la Playa de Palma y Magaluf, el exceso de visitantes, la codicia de muchos, la escasa conciencia medioambiental de otros tantos, la desidia e incompetencia de quienes nos gobiernan, la suciedad, la maldita calor, la falta de agua, el ruido, la falta de sueño, los mileuristas que no llegan a fin de mes, la guerra de Ucrania, los plásticos y microplásticos, la insoportable levedad del ser, lo aburrida que es la nueva temporada del Señor de los Anillos, los embotellamientos de cada día, la angustia vital de un padre de aborrescentes (robado a Noa), la maldita inflación, el peinado de Simeone, la operación Nube, las cucarachas, la separación de Giselle Bundchen, el machismo cavernícola de algunos universitarios, la sobreexposición en Redes Sociales, la estupidez, la enorme estupidez y la soberana estupidez…. En fin, nada que no pueda arreglarse con una buena botella de Pago de los Capellanes al caer la tarde y con un Espidifen 600 al despuntar el alba (que ya tengo una edad). Para todo lo demás siempre nos quedará internet, para quienes saben buscar, saben contrastar, saben evolucionar y piensan, como yo y otros muchos como yo, que siempre hay algo mejor, que siempre se puede mejorar y que no hay peor medicina que quedarse quieto. Más info en www.mad-men.agency, orgulloso miembro de MarkAting Meta Agencia.