Que nadie es indispensable, lo tenemos claro, pero más cuando estamos hablando desde el ámbito laboral. Llevamos tiempo, incluso somos partícipes de cómo las máquinas y la tecnología, en muchos casos, sustituyen a las personas, aunque yo soy de las que creo que sólo lo hacen cuando los trabajos son mecanizados y su función no aporta valor en ningún caso. La confrontación entre el ser humano y las máquinas es constante, y no hacemos más que reflejar una gran preocupación social ante los grandes cambios que nos rodean respecto a este tema.

A menudo me encuentro en empresas donde el debate es continuo, y hay sectores en los que, cada vez más, vemos como los robots se adueñan incluso de los roles más insospechados, pongamos un poco de calma y pensemos que, en todo caso, siempre será necesaria la intervención humana para poder ponerlo en funcionamiento.

Está claro que, si tenemos que hablar de un despido procedente, no cabe lugar la disputa, el absentismo laboral o impuntualidad, la disminución del rendimiento laboral, tener una mala conducta con los compañeros o una reducción del presupuesto forma parte de los motivos más habituales de despido y no tenemos mucho que discutir, pero cuando tenemos que sustituir a la persona que vamos a despedir por otra debemos tener en cuenta lo que tardamos en aterrizar al nuevo trabajador a la empresa porque pocas veces es llegar y besar el santo.

La alternativa, siempre al despido temprano o, a una buena incorporación a la empresa, es siempre la formación

Pensemos que cuando un profesional se incorpora a un puesto de trabajo tarda una media de 6 meses en alcanzar el pico de productividad óptimo, no es hasta los 18 meses cuando el trabajador se siente integrado en la cultura y los valores de la misma y es a partir de los dos años cuando el empleado conoce y domina la estrategia empresarial, de ahí que la tasa de abandono o de despido durante este período de tiempo es relativamente alta.

Es por este motivo por el cual cada vez más las empresas apuestan por crear una cultura de empresa atractiva y cuentan todas ellas con un programa de formación, de “training” o de “onboarding” para los nuevos empleados, facilitando la incorporación de una forma acelerada del capital humano a la empresa que reportan a esta beneficios como:

  • Retener el talento, evitando que se vayan profesionales con alta cualificación y gran potencial.
  • Aumentar la productividad siempre que los empleados se sientan integrados y con sus objetivos claros.
  • Crear marca, generar una buena impresión desde el primer día y fomentar el sentido de pertenencia.
  • Disminuir los costes de contratación, si evitamos que los profesionales se vayan durante el período inicial, esto supone un gran ahorro económico.

Pero también los beneficios que aporta para el trabajador:

  • Mejorar el bienestar laboral y que el trabajador se sienta cuanto antes parte de la empresa.
  • Mejorar la comunicación interna de la empresa, tener claras sus tareas, sus funciones y el organigrama.
  • Mejorar el clima laboral a través de la motivación que supone demostrar lo que valen y como se cuenta con cada uno de ellos.
  • Incrementar el tiempo de duración en la empresa.

La formación no debe verse sólo como una inversión para los empleados, sino como una inversión con retorno en la empresa, apostando en paralelo por el futuro de los profesionales como los de la organización.