El año 1066 fue un año muy divertido en Inglaterra. Tras la muerte sin descendencia de Eduardo el Confesor (hijo de Etereldo el Indeciso, que maravilloso nombre para un rey, un príncipe o un dentista) nada menos que tres formidables candidatos se postularon al trono de Inglaterra y no se les ocurrió otra cosa que planear y ejecutar dos invasiones en la pérfida isla blanca.

La primera de ellas es conocida como la batalla de Stamford Bridge (sí, el mismo nombre del estadio donde el Chelsea Futbol Club disputa sus partidos). En esta se enfrentó Harold Godwinson, autoproclamado rey de Inglaterra, contra un ejército vikingo liderado por el legendario Harald Hardrada, que contaba con la ayuda del melifluo Tostig, hermano de Harold Godwinson y traidor a su causa. Tras unos primeros escarceos y escaramuzas favorables a los invasores vikingos, los nórdicos, sintiéndose seguros gracias a su imponente flota de 300 drakkars, tomaron la ciudad de York y se dedicaron a descansar y retozar.

Godwinson, que sentía el aliento del otro contendiente Guillermo el Conquistador en lo más profundo de su cogote, decidió apresurarse a enfrentar la amenaza del norte, antes de que se produjera el desembarco normando en el sur y el 25 de septiembre de 1066 presentó batalla muy cerca de Fulford, en la localidad de Stamford Bridge. Más allá del resultado de la batalla y de sus consecuencias en la historia anglosajona, este enfrentamiento se hizo famoso por el hecho de que un gigantesco Berserker de más de dos metros de alto, poseído por un espíritu demoníaco y muy probablemente atiborrado de multitud de sustancias habituales en Son Banya, ocupó sin ningún tipo de armadura y blandiendo su imponente hacha de guerra danesa la parte central del puente y ahí se mantuvo durante varias horas, dando buena cuenta de más de 40 incautos sajones y permitiendo que el ejército de hombres del norte pudiera reorganizarse. Al final, nada de todo esto cambió el resultado. El Berserker cayó fulminado por una lanza sajona que le atravesó los higadillos desde la parte inferior del puente aprovechando las rendijas entre los tablones, Tostig murió combatiendo contra las huestes de su hermano y Hardrada, mi querido Hardrada, grande entre los grandes, murió a consecuencia de una flecha que le atravesó el cuello no sin antes pronunciar sus míticas palabras premortem “Es una pequeña flecha, pero está haciendo bien su trabajo”.

Al final todo quedó en anécdota. Tres días más tarde, los normandos liderados por Guillermo el Conquistador, desembarcaron en el sur, presentaron batalla en Hastings, vencieron, convencieron y se inició el dominio normando en Inglaterra, que perduró hasta que Ricardo III, el último Plantagenet, murió en la batalla de Bosworth y se inció la dinastía Tudor. Guillermo el Conquistador tiene lazos familiares con dos de las mujeres más apasionantes de la historia del mundo mundial: Emma de Normandía y Leonor de Aquitania.

Todo este rollo macabeo viene al caso por la figura del Berserker, la obstrucción en la circulación, el colesterol (malo) y el principio de la telefonía conmutada. En mi periplo diario motorizado (en coche y con mis hijos adolescentes) por el corazón de la ciudad de Palma y el Paseo Marítimo, no hay día en el que, en la hora de mayor tránsito con trabajadores acudiendo a sus puestos, padres acompañando a sus hijos al cole y demás fauna urbana con una hora de acceso fija a las 9:00 de la mañana, no me tope con un camión de riego inutilizando un carril, un camión de la basura recogiendo sus pertinentes RSU, un vehículo de reparto en doble fila al lado mismo de un vado de carga y descarga completamente vacío, unos jardineros podando palmeras o un autocar recogiendo turistas antes de pastorearlos por los rincones más atiborrados de nuestra geografía. Y yo me pregunto: ¿No podrían cesar en esta actividad entre las 8:15 y las 9:00 de la mañana para facilitar una circulación más fluida y evitar una trombosis que en el caso anatómico sería mortal y en el caso político será el origen de una enorme sangría de votos?

El principio de la telefonía conmutada se basa en que, aunque haya más de mil millones de usuarios conectados al sistema, el número de clientes activos en un momento dado no suele superar un espectro superior el 6%. De lo contrario, el sistema colapsa, deja de funcionar y se cae, dejándonos a todos en prisión incondicional, incomunicada y sin fianza.

Siempre podemos recomendar a nuestros responsables políticos que contraten a un desatascador de tráfico como Lady Godiva, dama anglosajona casada con Leofric conde de Mercia que, en el lejano siglo XI, harta de los abusos impositivos de su malvado esposo, solicitó que se les rebajaran los impuestos a sus conciudadanos. El conde accedió siempre y cuando la dama recorriera las calles de su Coventry natal a caballo, completamente desnuda y tan solo cubierta por su larga y dorada cabellera. Gentilmente, ella accedió, y todos los habitantes de la ciudad, profundamente conmovidos, se encerraron en sus casas y cerraron las ventanas para preservar la intimidad de una mujer tan formidable. Cumplieron todos…. Noooo. Peeping Tom (Tom el Mirón) no pudo resistirse y espió a la dama a través de un agujero. Y como ocurre en toda buena leyenda que se precie, se quedó ciego al instante.

Este mismo argumento es aplicable a los principios del marketing digital, en el que no siempre menos es más, aunque tampoco más es más. Si nos quedamos cortos no llegamos y si saturamos provocamos una trombosis, un ictus, un atasco y una desafección hacia nuestra marca y/o línea de comunicación. Si quieres saber más sobre marketing digital orientado 100% a resultados, síguenos en www.mad-men.agency, orgulloso miembro de MarkAting Meta Agencia.