Que pocas personas actúan en cualquier circunstancia, les beneficie o no, siendo consecuentes con unos “valores positivos” alejados de las reacciones basadas en lo que ha hecho o ha dejado de hacer el prójimo. frases como ¡tú me lo hiciste ayer! o ¡tú también lo haces! francamente es triste pensar que son ejército las personas que no tienen su propia partitura, actúan en función de la partitura del otro.

ojalá sean muchos los lectores que quieran tener sus propios “valores”, los que le alimentarán “su felicidad”. para ayudarle a comprobar su propia partitura le sugiero que se autochequee con estas diez reflexiones:

  1. ¿Reacciona en positivo ante las circunstancias adversas?
  2. ¿Reacciona con compresión ante los otros intereses y posiciones?
  3. ¿Reacciona con tolerancia y flexibilidad ante las opiniones distintas?
  4. ¿Reacciona con reflexión buscando la información antes de reaccionar?
  5. ¿Reacciona con mucha paciencia para poder escuchar?
  6. ¿Se pone siempre en el lugar del otro para entender las causas de sus postulados?
  7. ¿Acepta siempre la crítica como la gran oportunidad de tener más información?
  8. ¿Práctica siempre una crítica amable y creativa?
  9. ¿Busca siempre soluciones y no excusas y culpables?
  10. ¿Se relaciona con los demás siempre con una extrema afabilidad?

Me gustaría precisamente ahora que estamos en tiempos de reflexión y de propósitos para un año que va a comenzar un nuevo año, transmitirle la necesidad imperiosa de ser el arquitecto de uno mismo para llegar a construir una forma de pensar y en consecuencia de ser, que responda “si” a cada uno de los “valores”, porque la felicidad no es una “meta”, se encuentra en cada segundo de nuestras vidas cuando estos valores nos salen porque son ya nuestros, forman parte de nuestro ser. ¡somos así! aunque antes no lo hubiésemos sido y si me permiten un secreto, cuando uno se comporta consigo mismo y con los demás con estas formas de ser independientemente de las reacciones de los demás, acaba contagiando a las personas de su entorno, que le respetarán, considerarán, mimarán, cuidarán, en definitiva, le devolverán sin buscarlo, o quizá sí, su positivismo. ¡Se imaginan poder vivir entre positivos!

No quisiera que algún lector interpretara estas reflexiones como una relajación del rigor en la eficacia necesaria para que las cosas, las relaciones y los proyectos funcionen, todo lo contrario. Soy de los que creen que en este s. XXI, los objetivos se conseguirán si las personas afectadas se sienten integradas en el compromiso del “logro” y en los “valores”.

Cada día será más difícil compartir actuaciones si previamente no se comparten los objetivos y los valores.

Como siempre quedo a su disposición en dbiosca@educatur.com tanto en las coincidencias como en las discrepancias.