Expectantes ante el rebrote pandémico los empresarios afrontan con cautela, pero también con ilusión y diligencia los prolegómenos del año en ciernes. Habitualmente lo más complejo del mundo empresarial es la asunción del riesgo inicial y el proceso fundacional. Evidentemente, la consolidación del negocio también es una etapa ardua hasta que finalmente se alcanza “la velocidad de crucero”. Sin embargo y por desgracia, la nueva normalidad está suponiendo una constante y dilatada exposición de las empresas a los llamados riesgos exógenos tanto para el propio negocio, como para el sector de pertenencia y de forma sumamente ilustrativa para toda la economía global.

En las Academias de Negocio se preparan a los futuros empresarios para todo tipo de retos, riesgos y contingencias, pero no existen, por ahora, tratados ni monografías sobre como enfrentarse de forma prolongada a la incertidumbre más oscura y traicionera. 

En estas circunstancias, todas las ciencias recurren a la aplicación de los denominados procesos analógicos, es decir; a buscar relaciones de semejanza entre cosas distintas, de forma que los beneficios contrastados en determinada materia puedan replicarse en favor de la otra. En la mayoría de las Escuelas de Negocio la analogía más aplicada es la existente entre la empresa y el deporte. Razones no les faltan.

Durante la fase formativa de los futuros empresarios se realizan actos o conferencias de ex-deportistas de éxito para tratar de inocular a los ejecutivos del mañana valores como disciplina, esfuerzo, constancia, trabajo en equipo, respeto por la entidad y rivales o juego limpio (ética empresarial) entre otros.

Sin embargo, uno de los valores menos referenciados: “el espíritu de superación y rebeldía ante situaciones difíciles y adversas” se ha encaramado por razones obvias a lo más alto del escalafón analógico. Tanto es así que con carácter cuasi semanal se presentan documentales vivenciales de estrellas del deporte que lejos de enfocar hacia sus grandes logros deportivos diseccionan con toda su crudeza las penurias y adversidades que han debido soportar sus protagonistas hasta poder alcanzar sus objetivos.

Cuestiones hoy en boga como la depresión deportiva por exceso de presión mediática y social o temas como la gestión emocional de lesiones congénitas como la de nuestro maestro Rafa Nadal o el biotipo más reciente sobre la superación de la tragedia familiar a través del deporte sobre el campeonísimo Roberto Bautista, que horas después del fallecimiento de su padre ganó la final de la Copa Davis, son una muestra más de la importancia y ejemplo que representan para todos nosotros, en nuestras horas más oscuras, personas normales que lejos de decaer en el conformismo y la renuncia decidieron continuar y superar todos sus miedos y todas sus frustraciones.  

A buen seguro, en los futuros tratados sobre ciencia empresarial existirá un capítulo dedicado de forma particular a la fuerza mental y a su importancia en momentos como el actual. Entretanto animo a todos los autónomos y empresarios a seguir ejemplos de superación como los citados.

Aprovecho para agradecer a todos mis “pequeños profesores futbolistas” del pre – benjamín de la Salle por todas las lecciones que me brindan a diario con su ejemplo grupal e individual.