En los últimos días hemos visto en muchos medios las graves dificultades por las que atraviesa la compañía de bandera china de promoción inmobiliaria Evergrande. A muchos les ha cogido por sorpresa, sin embargo, algunos venimos advirtiendo desde hace ya un tiempo de algunas debilidades del modelo chino.

Es un modelo de intenso crecimiento con un alto endeudamiento y, peor si cabe, con una parte importante de este endeudamiento conseguido por canales financieros no regulados: el shadow banking o banca en la sombra. Algunos seguramente me replicaran diciendo que el modelo capitalista de las democracias liberales occidentales también se basa en el endeudamiento. Ciertamente hay también mucha deuda en Occidente, pero la situación está más controlada tal y como lo pueden ilustrar solo un par de datos de las dos primeras economías del mundo: la deuda total china es de $48 trillones, ¡3.7 veces su PIB!, mientras que la americana es de $24 trillones, siendo la economía China un 37% más pequeña que la americana (datos de 2019)…

Y el otro dato, es que el tiempo medio de pago a proveedores en China es de 92 días mientras que en Estados Unidos es de 51 días (datos de 2019). Y claro, con este panorama de fondo, cuando a partir de la mitad de 2020 el gobierno chino se marca como objetivo romper con esta cultura de alto apalancamiento corporativo para crecer, e instruye a los bancos a que moderen el crédito a las grandes corporaciones más endeudadas tenemos un problema. Uno de los sectores especialmente endeudados como el inmobiliario, que contribuye directa o indirectamente en un 28% al PIB del país, y que sufre una caída en ventas de inmuebles de un 16% interanual en agosto en las cuatro principales ciudades del país provoca la crisis de la primera promotora del país, Evergrande.

La caída desordenada de Evergrande supondría un riesgo sistémico para la economía siendo la promotora inmobiliaria la más endeudada del mundo con $300 mil millones o ¡7 veces y media el PIB balear!. Por ello, no les falta razón a los que han alertado que su bancarrota desordenada podría ser el “momento Lehman” de la economía china. Y lo peor de todo es que el 41% de esa abultada deuda viene de los fondos o vehículos de inversión de la banca en la sombra que han comprado unos 70 mil ahorradores minoristas chinos. Completan el resto de fuentes de financiación de Evergrande los proveedores ($147 mil millones), los bonistas y los propietarios que han realizado pagos a cuenta por su futuro inmueble.

Además, si tener datos claros de los importes, también sabemos que en los últimos tiempos la compañía ha presionado a sus empleados para que se convirtieran en accionistas de la sociedad, que la financiaran con papel comercial a corto plazo o que tuvieran que cumplir con objetivos de venta de vehículos de inversión poco transparentes a amigos y familiares para financiar el circulante de la compañía (parece ser que los objetivos eran de unos $15 mil para los trabajadores y de $150 mil para los directivos) todo bajo riesgo de pérdida del puesto de trabajo.

Esta horrible situación corporativa tiene muchas consecuencias, pero veamos solos dos riesgos principales. El primero es la pérdida de confianza de los compradores internacionales de deuda china sabiendo que Evergrande es el primer emisor de bonos denominados en dólares de China (un 16% del mercado de bonos sin grado de inversión chino) porque esa pérdida de confianza ya ha disparado el coste medio de estos bonos del 7.4% al 14% actual. Este contagio al mercado de bonos supone que también para otras compañías del sector inmobiliario los costes de financiación se doblen en este mercado y podrían entrar en dificultades. El otro es la inestabilidad social, porque vía la correa de transmisión de los 70 mil chinos que han financiado la compañía con vehículos de alto rendimiento poco transparentes (Evergrande les ofrecía típicamente rendimientos del 10% pero en algunos casos prometía incluso hasta el 30%) eso ha llegado a pie de calle y ya se han producido protesta antes oficinas de Evergrande.

No hace falta volver a explicar los terroríficos sucesos de la plaza de Tiananmén en 1989 pero sí que nos puede servir de ejemplo para entender que tanto Deng Xiaoping  en los 80s como Xi Jinping ahora hará todo lo que sea necesario para mantener el orden. Además, saben los dirigentes chinos que ante unas tasas de crecimiento altas pero menores a las que estaba acostumbrada la ciudadanía el descontento es más fácil de aparecer.

No es fácil aventurarse en predicciones de cómo se resolverá el problema de Evergrande, pero me inclino a pensar que en ningún caso el Gobierno chino permitirá una caída desordenada de Evergrande, y por tanto no veremos un “momento Lehman” chino. China, sobre todo con la nueva ruta de la seda, necesita más que nunca que sea vista en el mundo como una economía fiable y sólida para seguir con su proyecto de tejer una cada vez mayor influencia geopolítica global para confrontar a Estados Unidos. Dicho esto, tampoco creo que los dirigentes chinos efectúen un recate masivo de la compañía con dinero público. El escenario, a mi entender, más probable es que se produzca una restructuración ordenada del grupo, liderado desde el gobierno y desde el banco central chino PBOC.

Esto en cuanto al aspecto económico de la crisis, en el aspecto geopolítico, que a nadie le sorprenda si Estados Unidos endurece su posición con China y aproveche crisis como la actual para debilitar al país del dragón porque para esos que pronostican con toda seguridad el surpasso de China a Estados Unidos mejor que no estén tan seguros. Podría o podría no producirse el surpasso como tampoco se produjo con la segunda y ascendente economía del mundo en los 80s Japón que entró en una severa crisis durante los 90 o con la Unión Soviética que se desmoronó en los 90.

El tiempo dará y quitará razones, pero yo no daría por finalizada la Pax Americana en manos chinas.